Escrito por: La Serpiente de Jade
Ilustración por: Daniel Todd
Dime guardiana de los inframundos,
dime señora de las profundidades de la tierra
cuál es tu secreto
Dime el secreto de tu temple en esa sabiduría que los siglos te dan,
dime ¡oh! anciana de los segundos eternos,
hacia dónde miras cuando te sabes mujer…
Susúrrame con tu voz cadavérica
el sonar de las entrañas oscuras
y húmedas de la tierra palpitante,
toca mi piel con tu frialdad blanca,
impregna mi aura con tu humo de copal.
Madre de los muertos,
guardiana de los huesos antiguos,
señora de los seres primigenios y poliformes,
lléname con tu canto
que quiero ser Cihuacoatl
y vagar por tus canales
que se han convertido en costras de cemento,
en la gris y monstruosa ciudad.
Sagrada mujer del norte
déjame beber el último
trago del néctar del maguey.
No me lleves hasta no haber
posado mis labios
sobre un jarro de barro húmedo,
que aunque quiero mirar tu rostro
me hace falta danzar donde los coyotes
aún le cantan a la luna,
con el frenesí
de los amantes nevados que vigilan el valle.
Quiero barrer el otoño
antes de tu llegada
para que el maíz esté listo
para la molienda,
quiero lavar mis entrañas
con flores de cempoaxochitl
para que mi ombligo dance de nuevo.
No te marches de este lugar
señora de la muerte, vida, muerte,
teje como la araña la red,
donde el universo se forma a sí mismo,
donde pongo mi espíritu
para encontrar el sentido
de este absurdo que
sostiene al tiempo y al espacio.
Devora mi alma
en el vientre sagrado
del temazcalli,
que para que puedas parir
yo te voy a cantar,
yo haré sonar el tambor,
yo te amaré,
te esperaré cada otoño
con el vilo entre los labios
soltando suspiros
caóticos y profundos,
terribles y preciosos,
como la hija que espera a su madre.
© 2020, Celdas literarias, Reserva de derechos al uso exclusivo 04-2019-070112224700-203