Liki: Pescadora de Kal’im

Escrito por: Mateo Botello Anduiza

Ilustración por: Alan Fernández Cervantes

“Vanu a’fil’isma vain a’ilana be’fila uva’a’kal.”

(Mareadas son las historias de las islas revolcadas por las olas).

 

En la pequeña ciudad de Rivas, cerca del río de Misme, había una pareja de pescadores que día con día salía al mar y pasaba la mayor parte de la tarde con sus redes bajo el agua. Al caer el ocaso volvían a la bahía yada nuevo amanecer era una posibilidad diferente; en ocasiones, volvían a la playa con una red que amenazaba con hundir el bote con su peso; pero en algunas otras, eran afortunados de lograr regresar a casa con un pescado que resultaba ser demasiado pequeño para ambos.

Durante siete días, habían tenido una muy mala fortuna. Es por ello que en el octavo, el pescador de nombre Aumi, harto de aquella mala suerte que les negaba presas en sus anzuelos, gritó a los cielos expresando su descontento con el firmamento. Peki, su compañero, pidió bajo su aliento que su fortuna cambiara pronto; imploró a Fai’li, Vukua del mar, señora de las olas y las mareas, que no los dejara padecer hambre y  que volteara la balanza a su favor.

Fue así como en el noveno día, tras hundir su red, los pescadores  intentaron sacarla del agua, pero notaron que pesaba más de lo habitual. Esto les sorprendió, pues no parecía estar tan llena. Al vaciar el contenido sobre la cubierta de su barco, encontraron una enorme perla color rosado, del tamaño de una sandía. Aumi no pudo contener su emoción, con aquella perla podrían valerse bien hasta que mejorara su suerte, ésta valía demasiado.. Entre risas, Aumi se dispuso a secar la perla analizándola detenidamente. Sin embargo, para su sorpresa, aparecieron grietas sobre la superficie de la ésta mientras la secaba y pronto se partió a la mitad; de ella brotó una pequeña niña con cabello de espuma y piel arenisca.

Ambos pescadores se vieron muy sorprendidos por la pequeña que ahora se encontraba en su barco, pero antes de que alguno de ellos pudiera decir algo, notaron que otra de sus redes había comenzado a moverse bruscamente. Corrieron a sacarla del agua y para su sorpresa, encontraron en ella más peces de los que habían logrado pescar en dos

 

semanas. El barco se tambaleaba con el peso nuevo, más ese día, el viento los favoreció para alcanzar la costa rápidamente.

Así fue como Peki y Aumi conocieron a su hija, a quien nombraron Liki. Liki pasó los siguientes años de su vida ayudando a sus padres en el noble arte de la pesca. Sin embargo, cuando cumplió los siete años, el mismo Hum’nuna, buscador de posibles Vukua, bajó de la montaña de Kondor, y le dijo a los padres de Liki que la chica debería ir a aprender las costumbres del monasterio y convertirse en una Vukua, una de las regentes del mundo y tejedoras de destinos.

Aumi y Peki dudaron al principio, pues la idea de separarse de su pequeña no les agradaba en lo absoluto. A pesar de ello, Hum’nuna los convenció  cantando la gloria que había divisado en el futuro de Liki. Su destino era volverse una Vukua. Así y sólo así fue que Peki y Aumi accedieron.

De esta manera, como Liki se encaminó al monasterio de Kondor con el fin de la primavera. La futura Vukua fue puesta bajo la tutela de Mórita, uno de los Vukurim más experimentados y prestigiosos en la guía de los jóvenes hacia la conversión. En sus primeros años en Kondor, Liki fue puesta ante el Vukurim Mayor, Kar’ama, juez y profeta de los Vukua quien ordenó que la joven pescadora demostrara sus capacidades. La mandó a las cataratas de la montaña, donde le pidió que pescara. La mandó a las cataratas de la montaña y le pidió que pescara un salmón,  no un pez cualquiera, sino el salmón de la sabiduría, un pececillo elusivo pero que jamás dejaba los arroyos de Kondor.

Liki preparó una caña con un poco de carnada, un gusano pequeño que encontró bajo un tronco, y esperó toda la noche. Sin embargo, solo pudo pescar una trucha enorme, no al salmón de la sabiduría. Al siguiente día se movió río arriba, y está vez usó un escarabajo que encontró posado en una piedra como carnada. Colocó al animal en su anzuelo y lanzó la línea al río. Ensimismado, juró ver escamas rosadas nadando hacia su carnada, pero el deseado pez no cayó en su anzuelo. En su lugar, pescó una lubina de tamaño considerable. Para el tercer día no pudo encontrar nada que usar como carnada, mas no se dejó desalentar: tomó una de sus uñas y la ató al anzuelo.

Al principio, no creyó que su carnada fuera a funcionar, aunque al llegar la medianoche, pudo observar que el agua se movía bajo su anzuelo y le pareció distinguir un tono rosado cerca de la superficie. Estaba preparada cuando sintió su caña doblarse. Con manos firmes, tiró del sedal hasta que el anzuelo rompió la tensión del agua, arrastrando consigo un salmón de gran tamaño con escamas que reflejaban la luz de la luna y proyectaban un pequeño arcoíris sobre el agua. Liki no tuvo dudas, era el salmón de la sabiduría.

Al llegar el alba del tercer día, tomó algunos tallos de bambú que encontró a orillas del río, los unió a las hojas de palma que ató y enredó hasta tener una pequeña palapa donde cocinó el salmón.

Mientras cocinaba, se acercó a  una palomilla que reposaba sobre uno de los pilares de su palapa y le pidió que comunicara a Kar’ama que había logrado su cometido. Hecho esto, prosiguió a crear un fuego y a envolver el salmón en palmaslo colgó sobre la hoguera y lo dejó ahumar desde alba hasta el mediodía. Lo sacó del fuego a tiempo para ver como Kar’ama caminaba hacia ella para comprobar lo que la palomilla le había dicho.

Al ver que las capacidades de Liki eran grandes y que la chica era muy capaz, Kar’ama le permitió comer el salmón de la sabiduría, lo cual le otorgó el conocimiento de los mares, los lagos, y ríos; las ideas y los pensamientos del mundo acuático.

Liki pasó su adolescencia en Kondor, estudiando y ganando más conocimientos con cada día que se preparaba para convertirse en una Vukua. No fue hasta entonces que Kar’ama se acercó nuevamente a ella con una propuesta: le propuso viajar al norte, donde Zaglia, una Vukua que había salido de Kondor años atrás, quería recibirla y acogerla como su compañera, para juntas expandir su dominio del bosque.

Liki no quería viajar al norte, mucho menos como compañera de Zaglia. En su mente no había deseo alguno de casarse. Así que, para evitar este destino, construyó una barca de bambú y viajó desde Kondor río abajo en dirección a la costa.

Navegó mar adentro durante tres días y tres noches hasta llegar a un punto del oceano que le parecía correcto. Tomó su caña y la lanzó hacia el horizonte. Al instante, sintió el sedal tensarse y comenzó a enrollarlo. El esfuerzo la estaba consumiendo, pero encontró su equilibrio y con poder divino siguió jalando. Poco a poco, las olas cedieron y Liki pudo distinguir lo que parecía una roca unida a su anzuelo. Siguió jalando y a pesar de que el sedal amenazaba con romperse, no se detuvo.

 

Finalmente, la espuma del mar se disipó y dejó a la vista el anzuelo de Liki.En él se encontraba un enorme pez   agitando el agua en su lucha por escapar del anzuelo. Sus esfuerzos fueron en vano Una vez muerto el pez, Liki descendió al mar y usó su fuerza para sacar uno de los volcanes submarinos a la superficie, donde ahumó aquella enorme bestia durante siete días.

Tras haber comido, la pescadora molió los huesos de su presa hasta que no quedó nada más que polvo blanco. Después,mezcló el polvo con barro y arena, hojas de palma machacadas y aceite de coco en una vasija. Con la pasta que resultó de su mezcla, Liki creó una isla alrededor del volcán que sacó del mar.

Con la vasija entre las manos, la pescadora fue esparciendola masa por donde caminara, aplanándola con cada uno de sus pasos. Cuando terminó, usó las olas a su favor para que éstas regaran el suelo de la nueva isla, lo que provocó  que los restos de palmas y bambú que estaban en la masa crecieran, dándole un frondoso paisaje a la isla.

En ese momento, la pequeña Liki ascendió y se convirtió en una Vukua, la Vukua del Mar Occidental, quien desde entonces reside en la isla pescada de las olas, a la que le dio el nombre de “Mi Isla” en la lengua de Kondor: Kal’im.

Liki viviría en Kal’im, alejada de Kondor y del bosque de Zaglia; alejada de todo; donde solamente estaría acompañada por la bahía. Se cuenta que las aguas cerca de Kal’im nunca se agitan porque todas las mañanas Liki las calienta usando la caldera del volcán, lo que vuelve a las olas somnolientas, letárgicas y acogedoras.

Se dice también que hoy en día la pescadora aún reside en lo profundo del volcán, y que de vez en cuando se le puede ver saliendo rumbo al mar para un viaje de pesca en el arrecife.

 

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