La naturaleza panteísta en las Rimas de Bécquer

Escrito por: Galya Nayeli Miranda Jiménez

Fecha de publicación: abril 2024

Resumen: Este ensayo analiza las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer desde una perspectiva filosófica panteísta. Retomando la figura de la naturaleza, de Dios, de la mujer y el amor muy presentes en sus obras como una manifestación divina en manos del poeta al que únicamente él puede acceder. El poeta, por lo tanto, trasciende su condición como artista para volverse una conexión ideal con Dios que se manifiesta en aquellos motivos poéticos que sirven de inspiración para la creación poética romántica.

Palabras clave: poesía, panteísmo, naturaleza, dios, romanticismo.

 

“La naturaleza comenzaba entonces a salir de su letargo con un sordo murmullo. Todo a nuestro alrededor estaba en suspenso y como aguardando una señal misteriosa para prorrumpir en el gigante himno de la alegría de la creación que despierta.”

Cartas Literarias a una mujer, Carta III.

La naturaleza es un elemento recurrente a lo largo del romanticismo. La divinidad depositada en ella como una experiencia sublime, si se ve desde lo kantiano, es retomada en cuanto a las motivaciones del “ser romántico”; en donde encuentra cierto nivel de desasosiego y, a su vez, de libertad. Sin embargo, la dimensión de la naturaleza en Gustavo Adolfo Bécquer responde a una necesidad mucho más profunda. Podría hablarse de una naturaleza panteísta en los escritos del poeta ante una unión del espíritu y una cosmogonía donde uno se alimenta del otro constante y eternamente. El objetivo de este ensayo es demostrar esta vena panteísta mediante la exposición y análisis de varias de sus Rimas, destacando los elementos que la representan.

Es necesario, por lo tanto, definir el concepto de panteísmo. Si bien el panteísmo es una corriente filosófica presente desde pensadores como Heráclito o Plotino, no fue hasta el filósofo Baruch Spinoza que como tal se consolidó como una doctrina no sólo filosófica, sino también religiosa. La palabra se origina del griego pántheos: pán que significa “todo” y theos que significa “Dios”; por lo tanto, puede entenderse que Dios es todo o que en todo podemos encontrar a Dios. Por otro lado, en términos más formales, es “la conversión de la religión en un sentimiento personal y subjetivo, guiado por el deseo de unidad con lo inacabado; iniciaba así una nueva piedad individualista, de tono místico y que encuentra en la naturaleza la mediadora entre con el Absoluto trascendente.” (Comellas y Fricke: 30)

Se puede afirmar, en un primer momento, que la cualidad mística va directamente ligada la percepción y descripción de la naturaleza de Bécquer. Así como Dios se puede encontrar en todo, es lógico que se manifieste en diferentes formas al ser lo que es. Como menciona Rull (31) hay una característica misteriosa en la naturaleza relacionada con el amor o los sueños siendo ambas manifestaciones (entendidas como una naturaleza divina que intercede en el genio poético) de ese misticismo, ya que la naturaleza no es una elección al azar por parte del poeta porque tiene trascendencia en la construcción de sus temas.

La concepción panteísta, entonces, crea un entramado de conexiones de divinidad donde una se vuelve en el otro de forma que puedan consolidarse en la altitud becqueriana tanto en su poética como en su narrativa. Esto quiere decir: Dios-naturaleza que desemboca en la mujer; mujer-naturaleza-Dios se consolida con el amor; amor-Dios, haciendo irrupción en el poeta que vuelve a percibir al Dios-naturaleza y todo vuelve comenzar. Si bien estas formas distintivas de lo divino manifestándose no culminan en el poeta, sí crean un marco de retroalimentación y conocimiento metafísico y espiritual que se trasladan, de manera muy superficial, en palabras que, visto desde este modo, son semidiosas y semi creadoras.  Bécquer enuncia en la Rima VI (28):

Como la brisa que la sangre orea

sobre el oscuro campo de batalla,

cargada de perfumes y armonías

en el silencio la noche vaga.

 

Símbolo del dolor y la ternura,

del bardo inglés en el horrible drama,

la dulce Ofelia, la razón perdida,

cogiendo flores y cantando pasa.

El hito de lo divino entrecruzado como distintas formas de representación transgrede la escritura misma y es necesaria una lectura mucho más cuidadosa para abstraer el panteísmo subyacente en Ofelia, en las flores, en la noche y en la brisa que se conectan con la sangre, el perfume, la razón (sobre todo la razón como una conexión asequible con Dios), las armonías y la batalla. 

Posteriormente, dice en la Rima XVII (39):

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,

hoy llega al fondo de mi alma el sol, 

hoy lo he visto… La he visto y me ha mirado…

¡Hoy creo en Dios!

Hay un estatuto de revelación con Dios, pero no solo los cielos y la tierra donde se encuentra este a la vista de aquel que ve superficialmente. La naturaleza es “ella” (así la tierra), sentirla y sentir la mirada de vuelta reafirma a uno su propia existencia. Se podría acusar de decartiana esta reafirmación, sin embargo, es en tanto a la percepción –principalmente de la experiencia de la belleza–, no al pensamiento. En ese sentido, la poesía de Bécquer recae en “la obsesión panteísta: la reunificación del ser” (Comellas y Fricke: 33). La Rima X (31), por ejemplo, retrata la Naturaleza en sintonía o comunión con el amor; encontramos en ella una cualidad fluida, por lo tanto, el amor posee esta cualidad de la misma forma:

Los invisibles átomos del aire

en derredor palpitan y se inflaman, 

el cielo se deshace en rayos de oro

la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en las olas de armonías,

rumor de besos y batir de alas;

mis párpados se cierran… –¿Qué sucede?

¿Dime?

–¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!

Naturaleza creadora, pero desde el poeta también es oscura y misteriosa. La subjetivación de la Naturaleza en relación con lo humano, como un elemento común dentro del romanticismo, resulta pertinente para la lectura panteísta. Crea no solo símiles en cuestión a que el hombre se puede identificar con las fuerzas de lo natural, empero de una fuerza cósmica. Como lo señala Aleixandre: “El sentimiento cósmico del amor que… pretenderá coordinar, con nueva síntesis, la fuerza del amor en el hombre con las fuerzas oscuras incorporadas en un cosmos viviente” (como se cita en Cano: 643). 

La Naturaleza entendida como manifestación cósmica de lo divino (donde en él también encuentra el amor) se refleja a lo largo de las Rimas con especial fervor. En la Rima LII (63-64) Bécquer entiende la Naturaleza como una fuerza cósmica ante la cual rendirse; una experiencia sublime, pero positiva, es decir, constructiva para el poeta mismo:

Olas gigantes que os rompéis bramando

en las playas desiertas y remotas,

envuelto entre la sábana de espumas,

¡llevadme con vosotras!

 

Ráfagas de huracán, que arrebatáis

de alto bosque las marchitas hojas,

arrastrando en el cielo torbellino,

¡llevadme con vosotras!

 

Nubes de tempestad que rompe el rayo

y en fuego ornáis las desprendidas orlas,

arrebatado entre la niebla obscura,

¡llevadme con vosotras!

 

 Llevadme, por piedad, adonde el vértigo

con la razón me arranque la memoria.

¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme

con mi dolor a solas!

Las fuerzas cósmicas de la naturaleza se presentan con dos capas de entendimiento: la primera, lo evidente, es decir, lo sutil y lo etéreo –donde posee una característica casi idílica–; la segunda, lo remitente o lo que ya se obtiene de experimentar en sí lo natural: Dios como el origen de la fuerza cósmica (Rull: 30). 

Asimismo, hay dos momentos en Bécquer que Rull (29) retoma, a través de J.P. Díaz, para entender la filosofía panteísta presente en su poesía, que se relaciona con ambas visiones de las fuerzas cósmicas. La doble distinción de Spinoza a la naturaleza en sí misma y Naturaleza-Dios (tomando en cuenta que de una se llega a la otra) se presenta en las Rimas como dos posturas sobre lo natural en un ejercicio dialéctico entre experiencia y Dios: la natura naturata como la naturaleza como producto o forma y la natura naturans como Dios y sus atributos, es decir, lo libre, creador y actuante. Ambos sirven para una construcción de identidad que, como se mencionó anteriormente, buscan a través del panteísmo reunificar al ser; por lo que podría decirse que la naturaleza, así como en el amor y en la mujer como objeto de amor, se fusiona con la propia identidad. La Rima XV (37) ilustra completamente ese oscilamiento entre el yo y el yo-Naturaleza:

(Tú y yo. Melodía)

Cendal flotante de leve bruma,

rizada cinta de blanca espuma,

rumor sonoro

de arpa de oro, 

beso del aura, onda de luz:

eso eres tú.

 

Tú, sombra aérea, que cuantas veces

voy a tocarte te desvaneces

¡como la llama, como el sonido,

como la niebla, como el gemido

del lago azul!

 

En mar sin playas onda sonante,

en el vacío cometa errante,

largo lamento

del ronco viento,

ansia perpetua de algo mejor:

¡eso soy yo!

 

Yo, que a tus ojos, en mi agonía,

los ojos vuelvo noche y día;

yo, que incansable corro, y demente,

¡tras una sombra, tras la hija ardiente

de una visión!

Encontramos en Bécquer no solo una fusión entre el individuo Dios, sino que al entender la Naturaleza como una fuerza cósmica, hay una asimilación de la misma en su sensación de infinitud. Dios es infinito y se manifiesta en la Naturaleza; por ende, la naturaleza también es infinita. Ante la experiencia sublime a la que se refirió unas páginas atrás, podemos entender la conformación del individuo en relación con la naturaleza como un ansia de esta misma, por sentirla y presenciarla en un nivel natura naturata y natura naturans. Una vez que se reconoce a Dios en lo natural, se reconoce la identidad propia y, retomando la idea de un ciclo panteísta, el individuo se puede entender ya en igualdad con el amor divino y, por lo tanto, con la mujer divina que puede albergar ese amor divino y a Dios en sí misma. Para finalizar, como ejemplificación de la ansiedad por el infinito, la Rima LXXVI (87) resulta adecuada:

En la imponente nave

del templo bizantino,

vi la gótica tumba a la indecisa

luz que temblaba en los pintados vidrios.

 

Las manos sobre el pecho,

y en las manos un libro,

una mujer hermosa reposaba

sobre la urna, del cincel prodigio.

 

Del cuerpo abandonado,

al dulce peso hundido,

cual si de blanda pluma y raso fuera

se plegaba su lecho de granito.

 

De la sonrisa última

el resplandor divino

guardaba el rostro, como el cielo guarda

del sol que muere el rayo fugitivo.

 

Del cabezal de piedra

sentados en el filo,

don ángeles, el dedo sobre el labio,

imponía silencio en el recinto.

 

No parecía muerta;

de los arcos macizos

parecía dormir en la penumbra,

y que en sueños veía el paraíso.

Hay un “arrojamiento”, desde una perspectiva existencial, al cosmos; sin embargo, no es angustiante (como se podría entender existencialmente), ya que en el cosmos está el sentimiento reconfortante de que ahí se encuentra lo divino. 

La naturaleza es una recurrencia evidente en la poesía becqueriana, aunque el poeta no buscaba establecer la filosofía panteísta en ella, el romanticismo responde a muchas de estas necesidades correspondidas por la corriente establecida por Spinoza. El panteísmo y la poesía se juntan para crear una suerte de consuelo y organización de la realidad inmediata. Bécquer construye en identidad, entendimiento, enunciación y vivencia una naturaleza benevolente, pero inmanente. El espectador bebe de ella para completarse a sí mismo; como quitarse un velo que solo se puede romper ante esa experiencia, solo así se puede ver lo real. 

Si bien tampoco buscaba una justificación de Dios como tal, es claro que en los poemas se percibe un intento de esto. El misterio de pensar a Dios se traduce en la naturaleza, la naturaleza también es un misterio sobre el que pensar, pero ambos a la vez son difíciles de traducir. Su omnipotencia y omnipresencia son necesarias para vivir una vida de emociones y del yo.

La construcción del yo es concisa en ese sentido. Se refleja en la cosmovisión de la cosmogonía total del mundo, como esta atraviesa al poeta y este la escribe; al ser una cosmogonía universal, la poesía en sí misma es divina y, por lo tanto, hay una posibilidad de identificación. La identificación resulta un síntoma de un panteísmo bien cimentado. La condensación del panteísmo becqueriano y del entramado complejo de pensamientos se puede extraer de los últimos dos versos la Rima V (27-28):

Yo soy el invisible

anillo que sujeta

el mundo de la forma

al mundo de la idea

El poeta sostiene en sus hombros la estructura de su propia realidad en conjunto con aquello que en medida de lo cognoscible es verosímil a la realidad, tanto Dios como la naturaleza pertenecen a las posibilidades de comprensión del poeta. El panteísmo se contiene en el poeta. Continuando con el verso:

Yo, en fin, soy ese espíritu,

desconocida esencia, 

perfume misterioso,

de que es vaso el poeta.

Resulta, por lo tanto, asequible la perspectiva de la naturaleza divina en Bécquer. Es un alejamiento de las percepciones románticas que usan la naturaleza en un nivel de casi pura experiencia estética a un estatuto metafísico que sostiene la existencia de sí misma. La experiencia estética apoya como un primer escalón al descubrimiento de Dios.

Las Rimas de Bécquer resultan una lectura enriquecedora en términos de poesía, pero también en términos de pensamiento filosófico del que se pueden desentramar muchas más interpretaciones respecto a su uso de la naturaleza. Las Leyendas también aportan al panteísmo en un sentido mucho más amplio y que de la misma forma resulta valioso para comprender al cosmos que es lo natural en términos de romanticismo becqueriano. Ambas creaciones trascienden en términos del romanticismo becqueriano a lo romántico y al propio Bécquer en sí. 

Bibliografía:

Bécquer, Gustavo Adolfo. Rimas y leyendas. Madrid: Mestas Ediciones, 2019.

Cano, José Luis. “La fusión de la naturaleza en Bécquer y Aleixandre.” Revista de Filología Española 52.1/4 (1969): 642-649.

Comellas Aguirrezábal, Mercedes y Helmut Fricke. “El poeta, la naturaleza y el panteísmo: ecos de Schelling y la ‘Naturphilosophie’ en las Leyendas de Bécquer”, en La memoria romántica. Diego Romero de Solís y Juan Bosco Díaz-Urmeñeta Muñoz (eds.). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997: 29-57. 

González García, Débora. La representación de la figura femenina en la obra de GA Bécquer: mujer fatal, mujer ideal y mujer-poesía (2015)

Rull, Enrique. “Introducción a Gustavo Adolfo Bécquer”, en Rimas, ed. de Enrique Rull, Barcelona: Debolsillo, 2002: 9-48.

Tanzella-Nitti, Giuseppe. “Pantheism” [en línea]. En Interdisciplinary Encyclopedia of Religion and Science, 2002 Disponible en: https://inters.org/pantheism. [22 de octubre del 2023].

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