Encuentro con Aurelia Cortés Peyron, poeta y profesora, y Juan Carlos Calvillo, traductor y editor de la editorial Infolio

Diego Méndez González y Alicia Navarrete Ríos

La poesía y la traducción a menudo pueden parecer temas separados o muy diferentes entre sí, pero en la segunda sesión de las “Charlas para echar el vuelo”, que transcurrió el 15 de abril de 2024, Aurelia Cortés Peyron y Juan Carlos Calvillo nos ayudaron a descubrir cómo ambas disciplinas se parecen más de lo que uno podría pensar inicialmente. 

Aurelia Cortés Peyron nació en la Ciudad de México en 1986. Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNA, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en dos periodos (2011-2012 y 2012-2013), maestra en Escritura Creativa por la San Francisco State University, becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca en la disciplina de poesía en dos ocasiones (2016 y 2018), autora de los poemarios Alguien vivió aquí (Argonáutica, 2018) y Xicotepec. Años roble (UAM, 2021), ganadora del premio de poesía Joaquín Xirau Icaza 2023. También es profesora de escritura creativa y de español como lengua extranjera. (Cortés). 

Juan Carlos Calvillo (Ciudad de México, 1983) es poeta, traductor literario y profesor-investigador en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México. Ha traducido narrativa, dramaturgia y epistolarios, aunque en la actualidad se dedica principalmente a la traducción de poesía. Entre sus autores se encuentran Sir Thomas Wyatt, William Shakespeare, Alfred, Lord Tennyson y Robert Lowell, además de Emily Dickinson, sobre la que ha escrito dos libros y publicado, por primera vez en español, sus poemas y fragmentos en sobre, bajo el título de Las Ruedas de las Aves. Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en el área de Traducción y ha sido residente en el Centro Internacional de Traducción Literaria de Banff (Canadá) y la Casa de Traductores Looren (Suiza).

El inicio del conversatorio fue interesante. Alicia quiso darle consejos a lxs estudiantes que atendieron a la plática (hacemos aquí uso del lenguaje neutro porque no queremos dar por sentado el género de ninguna de las personas que estuvieron presentes), específicamente con el proceso creativo. Nos contó sobre su experiencia cuando fue becaria en la Fundación para las Letras Mexicanas, en donde le hacían acudir a diario a una casa en la colonia Juárez de la Ciudad de México para escribir. Nos explicó cómo esta dinámica de tener algo similar a un trabajo le ayudó a establecer sus propios límites, ya que esta fuerza exterior la impulsaba a dar lo mejor de sí. Cada quince días, los jueves, ella y sus compañerxs presentaban un poema dentro del taller de poesía, el cual revisaban a fondo junto con su profesor. El objetivo de este ejercicio era que se pudieran ayudar entre sí, haciendo observaciones y dando críticas constructivas. “Es muy bueno porque estás viendo microscópicamente tu texto”, nos comentó Aurelia, para quien estas sesiones de taller fueron muy importantes, pues le ayudaron a formar una propia voz crítica que a menudo le permitía decidir qué caminos creativos tomar. 

Alicia, quien estuvo a cargo de moderar el conversatorio, le preguntó a Aurelia si notó algún cambio en su proceso de escritura desde que comenzó su trayectoria creativa hasta el presente. La poeta le contestó que realmente no pudo empezar a escribir hasta que terminó la licenciatura, por lo demandante que era. Después, nos habló de los poetas con quienes sentía que podía mantener un diálogo, como con los Contemporáneos, especialmente con Xavier Villaurrutia, a quien apodó “el primer poeta dark”, por su elección de adoptar temas oscuros y melancólicos. Ella los admira y se identifica mucho con ellos, ya que fueron quienes rompieron la formalidad que habían establecido los poetas del modernismo.  

Al otro lado del proceso creativo, Juan Carlos nos habló sobre cómo le tenía temor reverente a la traducción de la poesía, porque existen muchas personas que dicen que la poesía es intraducible; aun así, ha podido encontrar mayores libertades creativas en esa labor.  

Después, nos habló de otra faceta de su vida como persona dedicada a las letras: la impresión tipográfica. Dirigió la atención de lxs estudiantes presentes hacia el tipógrafo que la escuela quiere instalar con la esperanza de crear un taller en el que todxs tengan la oportunidad de aprender a operar estas máquinas. Nos contó que proviene de una familia de tipógrafos; su padre y su abuelo pertenecían a esta profesión. Él creció en un taller tipográfico, donde aprendió a operar estas máquinas de las que su familia sabe tanto. También mencionó el proyecto que recientemente comenzó junto a su padre: una editorial que se dedica a producir versiones artesanales de libros clásicos. Asimismo, se refirió a lo que él percibe como una ventaja de la impresión artesanal o analógica sobre la digital: el hecho de que, al trabajar usando métodos no digitales, se logra poner atención a cosas que la computadora da por sentado. Habló de cómo, cuando se trabaja con una máquina de escribir, un simple error arruina una página entera de trabajo, lo cual fuerza a uno a poner verdadera atención a lo que está escribiendo, lo que él llamó “la materialidad del texto”. Procedió a explicar el proceso de imprenta que se realizaba en el negocio de su padre, un arduo proceso en el que se tenían que colocar las letras individualmente hasta completar una página; basta decir que tomaba mucho tiempo, lo cual Juan Carlos considera como un proceso creativo en sí mismo.

Después, Alicia habló sobre cómo existen muchxs traductorxs que tienen opiniones puristas en cuanto a la traducción de la poesía, pues creen que existe una sola forma correcta de traducir este género. Ella considera esto como un error, ya que la poesía es un género que por naturaleza fluye libremente y puede ser sujeto a múltiples interpretaciones. Cuando se les preguntó a los entrevistados su opinión al respecto, ambos dieron respuestas sumamente interesantes. Aurelia comentó que ella cree que muchos de los procesos creativos que existen son una clase de ejercicio de traducción, ya que se traduce una idea o concepto al papel o al lienzo. Usó de ejemplo la poesía, la cual transcribe la realidad al lenguaje poético. Por su parte, Juan Carlos dio a conocer uno de los muchos métodos que existen para la traducción de poesía, uno que él mismo utiliza. Consiste en la cooperación entre dos expertxs, lx primerx hace una traducción literal de todos los versos, sin corregirlos o cambiarlos; lx otrx recibe esta traducción o criba, y “hermosea” el poema.

El tema cambió a uno que era de gran interés para mi, Alicia: el poemario titulado Xicotepec. Años roble, que fue escrito por Aurelia y publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana en 2021. El concepto de la obra es muy interesante: el poemario tiene una premisa que lo distingue de otras obras, pues habla sobre una casa situada en el municipio de Xicotepec, en el estado de Puebla, y, todos los poemas representan un punto específico dentro y fuera de esta construcción. Al inicio del libro se incluye un mapa para que  lxs lectorxs puedan buscar y encontrar el punto en el que se encuentra inspirado cada uno de los poemas. Aurelia nos contó sobre su experiencia al escribir el libro, cómo exploró la posibilidad de una narrativa no-lineal, ya que lxs lectorxs pueden escoger en qué orden explorar la casa y experimentar la arquitectura de este edificio construido en tinta. Existen tres tipos de poemas en la obra: “dentro”, “fuera” y “limbo”; los primeros dos se explican por sí solos, pero el tercero representa un tipo de espacio intermedio. 

Sin duda, la parte de preguntas y respuestas fue la que más disfrutaron lxs estudiantes, ya que pudieron resolver varias de las dudas que tenían, además de poder conversar con Aurelia y Juan Carlos. Una persona le preguntó a Aurelia si cree que su obra de la casa hubiera sido mejor si hubiera escogido hablar sobre un espacio imaginario en vez de uno real, basándose en que existen dos “reglas” que se oponen sobre qué tipo de escritorx es mejor: quien habla sobre cosas que conoce, o quien habla sobre cosas que no conoce. La poeta contestó a la pregunta diciendo que no cree que ninguno de estos estilos sea superior al otro, ya que ambos tienen la misma capacidad de ser poco verosímiles o interesantes; lx escritorx tiene que encontrar la forma de atraer a su audiencia, sin importar del tema del que esté hablando. 

Otrx participante les preguntó si creen que haya una diferencia entre escribir a mano o escribir en algún dispositivo electrónico. Juan Carlos dejó ver su preferencia por los métodos clásicos una vez más, pues él considera que si no existe un esfuerzo y un “dolor físico”, “puede que te dejes llevar por el mal camino”, aunque reconoce que existen personas capaces de hacer muy buenas obras completamente en formatos electrónicos. Nos contó sobre su método preferido para traducir poesía: él no permanece sentado, sino que sale; para traducir poesía compuesta por una métrica tradicional, lo hace de pie y en movimiento. El hecho de andar le permite familiarizarse con el ritmo del poema en cuestión que en ese momento está traduciendo. Considera además que uno de los grandes males de la escritura electrónica es que es demasiado fácil escribir textos largos, ya que se pierde perspectiva de lo que realmente se escribió. Aurelia declaró que es bueno leer sus textos en voz alta, ya que le ayuda a saber cómo se escuchan; la musicalidad y sonoridad de cada obra son muy importantes, más cuando se refiere a la poesía, por eso mismo, nos recomendó que otras personas lean nuestros trabajos en voz alta. También mencionó que la escritura en papel le ayuda a que sienta cierta “finalidad”.

El profesor Sergio García, quien es una de las personas encargadas de organizar estas charlas, nos contó a todos sobre el proceso de revisión de Elvira Navarro, una novelista española de gran renombre. Ella revisa sus textos en la aplicación de Word de su celular, se sienta en un banco de la calle y ahí mismo revisa el texto una y otra vez. En cada revisión cambia la tipografía y el tamaño de letra, ya que cree que esto a veces puede engañar al escritor y hacerle sentir que su trabajo es mejor de lo que realmente es. Hace esto con todas las tipografías posibles hasta que queda satisfecha. El profesor mencionó que este proceso lo considera un poco obsesivo, y aunque no podemos evitar estar de acuerdo con él, es interesante cómo varias personas le agregan cierta “materialidad” a sus procesos creativos. 

El tema de la escritura “analógica” frente a la digital volvió a surgir por última vez. Una persona comentó sobre cómo prefiere escribir a mano, ya que siente que cuando lo hace en Word, si borra algo en su proceso de edición, puede que desaparezca para siempre. Le preguntó a Juan Carlos si siente que trabajar a partir de procesos artesanales lo limita o si, en cambio, le permite buscar soluciones creativas a sus problemas. Para responder a esta pregunta de la chica, él le mostró a la audiencia varios libros de poemas realizados por él en su imprenta en los que demostraba cómo se puede jugar con el espacio de un texto dentro de cada página. El ejemplo que Juan Carlos usó fue un poema de Emily Dickinson que él tradujo y editó, el cual habla sobre el paso del tiempo. El poema se compone de ocho versos, pero en el formato que Juan Carlos realizó aparece un dístico por página, es decir, dos versos. Su argumento fue que, cuando está acomodado de esa forma, obliga a uno a poner atención en cada verso y así se puede “distender el paso del tiempo”. Después, mostró otro realizado con la técnica de concertina, la cual tiene forma de acordeón, donde, una vez más jugaron con la distribución del espacio. El último ejemplo que nos mostraron de este juego con el espacio fue muy particular: consistía de una caja dispuesta verticalmente (la cual fue construida con papel de periódico), y en su interior había varias páginas de texto. 

Aurelia nos habló sobre un proyecto que hizo en colaboración con la pintora Sandra Pani, con quien le unió su interés común por la anatomía y lo que significa habitar un cuerpo. La pintora hizo una exposición llamada Expandable Self, que habla de qué tan expandido o contraído está unx dentro de su propio cuerpo. Aurelia escribió sobre la experiencia de la corporalidad a partir de una de las ilustraciones de la pintora. Trabajaron juntas y se inspiraron mutuamente. A propósito de esta experiencia, otrx estudiante le comentó que escribe y pinta, para después preguntarle si era más fácil trabajar con personas que desarrollaron habilidades artísticas diferentes a las propias.

Aurelia le contestó que sí, que, si ella pudiera, representaría gráficamente su escritura como Sandra lo hizo. Esto se nos hizo especialmente interesante, ya que muchas veces quisiéramos poder representar nuestras ideas de forma gráfica, algo que sin duda está presente en nuestra generación.

Para concluir el conversatorio, y a propósito de su incorporación en el Fondo de Poetas Mexicanas de la Biblioteca Sor Juana de la universidad, Aurelia leyó todos los “limbos” de su poemario Xicotepec. Años roble. 

 

García, Sergio. Juan Carlos muestra su libro en formato de concertina. 

 

García, Sergio. Aurelia y Juan Carlos muestran el libro con formato de dos versos por página. 

 

Bibliografía:



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