“DOLOR DE SIGLOS”. México, 1989.

Escrito por: Iván Mancilla

¡Ya agarraron a La Quina!, se nos fue Chico Che y hay un nuevo partido político,

el PRI perdió por vez primera una gubernatura y privatizaron TELMEX.

De oficio albañil.

Tú como yo, y yo, como tú,

somos.

La peste rosa, la plaga del siglo XXI,

llegó

hace su aparición entrada mi pubertad.

 

En la radio una campaña promueve el uso del preservativo o condón

 como quieras llamarle,

 mi madre llora al zurcir tus camisas

 desteñidas

 imagina lo que ignoro.

 

Soy una niña de diez años con un periódico entre las manos,

leo la historia del condón

que el SIDA  no es un problema moral

sino de salud pública,

y se me viene a la mente, como un relámpago, que anoche entre sueños ustedes gritaban.

Muy temprano me llevaste en bicicleta,

 nunca pudimos atravesar Reforma,

 unos papás se manifestaban con pancartas, exigiendo una mejor educación para sus hijos.

 “Dicen que la tónica del gobierno ahora, es la modernidad”

 dices en tono burlón, mientras damos la vuelta en U, pretendiendo hallar un atajo.

 

Escuché a las maestras en el recreo,

 una murmura que si de veras se quiere combatir “el mal del siglo”

 hay que invitar a los homosexuales, lesbianas y prostitutas a alejarse de sus conductas

y evitar que se sigan suicidando.

 otra sugiere que en todo caso,

 es mejor exigirles aislamiento.

 

Hace mucho que no estás llegando a comer.

 Mamá y yo sorbemos la sopa esperanzadas a que de la nada, la puerta se abra y detrás de ella

aparezcas,

su única distracción es la comedia Morir para vivir

y se duerme.

 

 

 

Hoy es día último, la lluvia no cesa, en la explanada de Bellas Artes hay un

condón gigante,

también fotografías en el metro,

 se me ha ido el tiempo y me van a regañar.

 

  Mi corazón se rompe al ver a mi madre hecha un mar

 de lágrimas,

 impotente,

 contenida,

silente.

 

No deja de quitarle el cochambre a la estufa a media luz,

De fondo escucho a Luz Casal cantar Te dejé marchar,

 Dilucido así tu partida.

Pobre de ella,

 pobre de mí,

desgajadas a minutos de irse el año.

 

El frío arde.

 por una reja de la puerta miro luces de bengala,

 quisiera salir a prender una con los demás

pero volteo y veo a mi madre absorta frente al televisor,

ve un especial navideño con Pati Chapoy

y anuncia que ya se decretó el día mundial del SIDA , para que los gobiernos encaminen esfuerzos a combatirlo.

 

Vuelvo a mirar fijamente el fulgor de aquellas luces necias

 y así me quedo no sé cuánto,

 sólo sé, que ese lapso indefinido

   fue un mal sueño,

y al volver a abrir los ojos,

decidí colgarlo de la rama del desprecio,

cual el cuello de mi madre

con la regadera

esa noche de Año Nuevo.

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