Discursos floridos

Escrito por: Alonso Emiliano Ramírez Madrid

Ilustración por: Martha Saint Martin

“Ser flor es ser un poco de colores con brisa.”
Carlos Pellicer

1.
Mono soy,
yo soy el mono,
pelaje corto y ajado.
Mono cromático,
color de cuerpo cortado.
Tácito apellido, dolor de lleno,
amoraroma:
en las cosas estoy
nariz luciente, ojo postrero.
Pasando por algún sendero,
piso sin saber que piso
el fondo de una flor
subliminal.

2.
El pajarillo amarillo
canta desde mi ventana,
vivo rayo del amanecer.

Entre la luz severa
mi sombra morena
sueña que roca.

3.
La larga soledad de la memoria.
El infinito instante que es la noche.
Un corazón abierto como mares.
La voz descalza porque está de luto.
Mi voluntad dormida entre mis brazos.
El día preso en su melancolía.
La lluvia que se borra entre los párpados.
Los que siempre estarán porque nos faltan.
La adorada rosa del principito.
El amor que nos tienen los abuelos.
Los sofismas, el sueño y sus enigmas.
El peso de un adiós que no es preciso.

En la azarosa arista de un segundo
y el ambiguo color de su mirada
perdura lo que nunca fue del tiempo.

4.
No soy la transparencia, soy el agua completa;
en el muerto de aire soy la garganta llena.

Esta fosforescencia de pez entre tus manos
es el sueño que escapa al pozo de otros labios.

Algo de flor el agua tiene cuando sonrío…
…es azul el cuchillo que clavo con mi frío.

Estancada la sábana en la que envuelto ensayo
la más cómoda muerte de la que vuelvo extraño.

5.
Amar no es combatir
es perder la batalla
con una sonrisa en la cara,
coser a palos las heridas
tejer con nombres las caídas
nombrar lo que no somos
(tener orgullo de no ser).
Si dos se reconocen
si dos se besan
se precipita el mundo en ellos
y se ahonda la conciencia
de que todo acaba, porque
amar es rendir el alma
a los golpes absurdos de la vida,
porque amamos lo que termina
y con más medida amamos
lo que se va acabando y lo que falta:
el aliento, el sueño y la familia
(mi granada mi gran nada).

Amar es
esta roja, latente
rosa que sonríe,
piedra que cargo
y dejo rodar
todos los días
desde la cumbre
de mi montañita.
A mar es
un despertar de topetazo,
un durazno atravesado por el aire:
un amanecer, amarecer, amar es ser.

© 2020, Celdas literarias, Reserva de derechos al uso exclusivo 04-2019-070112224700-203

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