Cuando el sol se esconde

Escrito por: Ingrid Gutiérrez

Fecha de publicación: marzo 2024

Sueñas con encontrar un lugar donde dormir no sea algo de lo que se huya.

Cada noche, al llegar la hora de dormir, el sol se esconderá mucho antes de la llegada de las diez, los colores anaranjados que iluminan el cielo bajarán con velocidad sus rayos del atardecer para dar aviso que el día ha finalizado, en cuanto antes aparezca el cielo oscuro, menos testigo será el sol de lo que ocurre todos los días al caer la noche; maldita es la luna por no poder abandonar su turno.

Cuando el reloj marque las diez, él llegará a casa. Su horario de salida era a las tres, pero siempre llegaba al dar las diez. Nueve cuarenta y cinco, mamá pide que por favor ya te duermas, piensa en que quizás no debió darte a beber tanta azúcar, pues el sueño en ti no ha pegado aún. Nueve cincuenta, mamá reza contigo <<Angelito de la guardia>>. Nueve cincuenta y cinco, mamá te canta para dormir, tus ojos empiezan a ceder tras el piojito de ella. Nueve cincuenta y ocho, al fin cierras los ojos junto a mamá. Después de dos minutos, se alcanza a escuchar de afuera las llaves girando la perilla de la entrada, se escuchan pisadas fuertes, tu corazón se acelera; poco a poco éstas se acercan. Se prende la luz del cuarto, entreabiertos los ojos lo ves a él, lo escuchas dirigirse a mamá; mamá te suelta el pelo, apaga la luz y se sale junto con él a la cocina. Te haces la dormida, cierras los ojos, pero tus oídos se quedan alerta, esperando cualquier momento para salir corriendo a la cocina. Sus voces lentamente van subiendo de nivel, cada vez que la voz de él se hace más grave, mayor es el ritmo del latido de tu corazón. Comienzan a escucharse trastes caer, mamá grita por primera vez, desde tu habitación alcanzas a escuchar la voz de él murmurar, amenazándola. Puedes sentir los labios de él acercarse a su oído, puedes sentir el temor de ella. Empiezan los sollozos de mamá, con sus gritos la calla y la lleva al cuarto. Escuchas azotarse la puerta, escuchas a él ponerle el seguro, y el sonido que proviene de quitarse su cinturón; la voz de mamá comienza a elevarse, su voz reclama miedo, puedes sentir las lágrimas que recorren su rostro al tartamudear, ella grita a la par que el cinturón azota sin cesar.

Los gritos se vuelven más escalofriantes, mantener los ojos cerrados es cada vez más difícil. No puedes hacer nada, sólo queda el llanto e imaginar lo que ocurre del otro lado de la habitación. Te paras gritando de tu cama, te diriges a su  cuarto y comienzas a golpear la puerta, temes más por ella adentro que por lo que pasará una vez él la abra. La puerta se abre, sale él, su voz agresiva te ataca, su mano se dirige hacia ti. Tu único consuelo es rogar que por favor él ya no estuviera, que por favor el dolor terminara, que los golpes pararan.

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