Escrito por: Daniel Alonso Caballero Uzeta
Ilustración por: Cassandra Catalina
A ti que te escribo con los ojos.
A ti que te hago con la nariz.
A ti.
El secreto mejor guardado eres tú. Desde que te pones en el centro del universo, parece que sabes qué vas a hacer, aunque tengas una mirada incierta. ¿Cuándo supiste que eso o aquello iba a suceder? Desde el principio. Estabas dispuesto a caer y sonreír sin importar cuántas veces sucediera. Sabías todo y tenías la certeza, hasta que te encontraste con los ojos de tus espectadores.
Quería decirte que un apretón de manos no es suficiente después de una presentación, nunca es suficiente inclinarse ante todos. Casi siempre te quitas el sudor de la frente y te embarras de maquillaje las mangas, el saco y el cuello. Casi siempre nos vemos y nos aplaudimos entre nosotros porque dijimos los mismos chistes que hace muchos años.
Quería decirte que todo eso lo agradezco insuficientemente. Cuando me arrancaste la primera sonrisa fue el comienzo de los giros entre la luna y la tierra. Cuando tú me haces reír hasta caer de espaldas en las butacas, siento que la gravedad se hace tenue y provoca que las almas se unan en el aire. Cuando los reflectores caen sobre ti y cargas un pañuelo entre los brazos para darle una mirada de verdadero amor, le das un abrazo a mi corazón.
Quisiera darte yo un abrazo que dure mucho tiempo, para que seamos dos niños que se conocen desde que nacieron y han jugado todos los juegos posibles diciéndose adiós. Amigo, el mundo le pertenece a los que lloran y a los que ríen. El secreto mejor guardado siempre has sido tú, que eres mago de las adivinanzas y acróbata del piso. Te abrazo con fuerza para ver si aún palpitamos al mismo tiempo. Te observo con ternura para confirmar si aún estás dentro de ti. Imito tus gestos para entender qué es de lo que hablas. Bailo contigo para sentir que estamos juntos. Vuelo contigo para que no sientas miedo.
Quería decirte que el regalo que me has dado es el mejor de todos, porque te diste cuenta de que estaba ahí contigo. Lo compartiste tres veces más. Lloraste diez veces más y te levantaste mil veces más.
Quería decirte que te veo desde este escenario.
A ti que te escribo con los ojos.
A ti que te hago con la nariz.
Te quiero.
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