Barra Vieja

Escrito por: Juan Antonio Bárcenas Pérez

Fotografía por: Cinthia Gudiño

Tengo raspones viejos.

Estaba jugando
a atravesar las olas,
a cansar al rumor
del oleaje, incluso
cuando ya me mareaba
el sabor y los golpes de la sal.

El mar,
tigre añil
con colmillos de espuma
y tráquea
negra
(infinita),

ni siquiera jugaba conmigo,
mantenía su inagotable mordida
en la piel expuesta de la playa,
y yo golpeaba, apretando los dientes,
su hocico para noquear todos sus huracanes
y salvar a todas las tortugas,
palmeras, castillos de arena,
personas y juguetes.

Pero
me ingería, masticaba,
y escupía en la playa,
entonces,
en el agua que regresaba a sus fauces,
vi en mi reflejo al sol.
Me miró
y sonreí en mis ojos.
Me paré:
él se enrollaba para morder la playa
otra vez; corrí e incrusté mis puños
con toda la fuerza de mi cuerpo.

Terminé revolcado.

Metro y medio
contra
diez mil kilómetros,
diez años
contra
cuatro mil seiscientos millones de años.

Mis raspones estaban
quemados y yo me cansaba por fin,
entonces me acostaba
frágil
para ofrendar la tarde
y los colores que me prestó el sol
y sellar mi derrota.

Imaginaba entrar humano
y salir como una gaviota
hecha de agua;
volar sobre la playa
e inmolarme brisa
en la frente
de otro niño heroico.

© 2020, Celdas literarias, Reserva de derechos al uso exclusivo 04-2019-070112224700-203

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