La alienación en La metamorfosis

Escrito por: Diaz Krawchik Israel Yehuda

Fecha de publicación: octubre 2024

Resumen 

La alienación es un fenómeno filosófico que sigue permeando en nuestra sociedad y que se ejemplifica de gran forma en la obra de La Metamorfosis de Kafka. Por ello en el siguiente artículo analizaré el cuento de Kafka con la intención de mostrar como Gregor Samsa es un personaje alienado del mundo. Para ello utilizare a Marx el cual demuestra la alienación que se vive en el mundo capitalista. A su vez recurriré a Heidegger que nos habla del ser alienado frente a la inautenticidad de la vida. Finalmente terminaré el análisis de la alienación con Hegel que hace un recorrido espléndido de diversas etapas donde la conciencia se encuentra alienada y que se reflejan de forma excepcional en La Metamorfosis. 

Palabras Clave: alienación, Hegel, metamorfosis, capitalismo, reconocimiento. 

Bueno —pensó—; ¿y si siguiese durmiendo un rato y me olvidase de todas estas locuras?” (Kafka: 2). Todos hemos sufrido una metamorfosis como Gregor Samsa y hemos despertado convertidos en insectos, seguramente tú al igual que Samsa al despertar has tenido ganas de olvidarte de todo, ignorar que tienes deudas pendientes, un trabajo que no te agrada, viajes largos donde vas aplastado en el transporte público, relaciones inauténticas que cambian constantemente, etc. Franz Kafka hace una perfecta historia con la cual nos podemos seguir identificando en la actualidad, pues crea un personaje cercano a cada uno de nosotros, con un jefe que le obliga a cumplir todas sus demandas, el hecho de tener que trabajar para cuidar de sus padres y su hermana menor hasta que una mañana despierta y está transformado en un monstruoso insecto, pero incluso el evento más inesperado le es común, nada le sorprende, se muestra enajenado y alienado de su mundo. Al igual que cada una de las personas que trabajan todos los días, les da igual lo que suceda a su alrededor. No hay sorpresa alguna, simplemente siguen sus vidas habituales y trabajos que nunca terminan por llenarlos. Samsa se siente como aquel protagonista del El extranjero de Albert Camus: “Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo” (49).  Esta frase describe perfectamente a Gregor y a la sociedad de hoy en día, alienada y enajenada con indiferencia al mundo.

En primer lugar, hay que considerar que Samsa antes de su metamorfosis era un viajante de comercio, de modo que al momento de su transformación solo podía pensar en evitar una reprimenda de su jefe; sabía que no tardaría alguien en ir a buscarlo. No lograba abandonar la cama con su nueva forma de insecto, pero tenía que salir como sea porque pronto llegaría alguien del almacén a preguntar por él. Trabajaba en una empresa en que al más mínimo descuido se concebía inmediatamente la mayor sospecha. Se muestra ya desde este inicio un ejemplo de alienación donde el trabajador no se identifica a sí mismo en su trabajo, tiene un sentimiento de miseria al tener un empleo impuesto que no le satisface. El problema está en lo que Marx menciona: “En su trabajo, no se pertenece a sí mismo sino a otra persona.” (1963: 125).

El apoderado llegó a la casa de Samsa y le mencionó que es necesario que se sobreponga a una indisposición con el fin de considerar los negocios. Le dice que una época del año para no hacer negocios no existe, no debe existir. Samsa a pesar de su situación, no pudo más que pensar en que estaba en peligro de perder el empleo y que su jefe perseguiría a sus padres con sus viejas deudas. Como bien escribió Marx: “no se siente realizado en su trabajo sino se niega a sí mismo, tiene un sentimiento de miseria en lugar de uno de bienestar, no desarrolla libremente sus energías físicas y mentales […] no se pertenece a sí mismo […]” (1963: 125). El trabajador asalariado como Samsa no puede desarrollar su vida libremente, no puede cumplir sus sueños al carecer de oportunidades para desenvolver sus capacidades. 

Samsa en respuesta al apoderado, le menciona que “[…] incluso una visión de conjunto mejor que la del mismo jefe, que, en su condición de empresario, cambia fácilmente de opinión en perjuicio del empleado.” (Kafka: 11). Esto es un claro ejemplo de la forma en que los trabajadores son fácilmente reemplazados por los empleadores y jefes burgueses, trabajadores como Samsa trabajan todo el tiempo para recibir un salario, pero al final todo lo que producen les pertenece a sus jefes, no cuentan con nada con lo que se puedan reconocer, viven el día a día para mantener a su familia; sin embargo, en cualquier momento un accidente que nos deje incapacitados para trabajar nos puede arruinar la vida por completo, en ese instante uno en vez de preocuparse por su salud solo puede pensar en sus condiciones materiales, en el miedo a perderlo todo, su hogar, el alimento, las comodidades que uno le puede dar a su familia. Samsa después de darse cuenta de que nunca más podrá volver a trabajar no puede más que pensar en aquel momento cuando podía proporcionar a sus padres y su hermana la vida que llevaban en una vivienda hermosa, aunque ahora temía que todo ese bienestar llevara a su familia a un final terrible, a tal grado que prefería no reflexionar en eso y mejor prefería arrastrarse por toda la habitación aceptando así su nueva forma de insecto. En este sentido al ser dependientes del poder económico de unos pocos el sentimiento de alienación se intensifica, en una sociedad de libre mercado, nos dice Marx: “El proceso de producción ha dominado al hombre, en lugar de haber sido controlado por él” (1867: 81). Todo se vuelve contingente y nada permanece como menciona Richard Schmitt “La alienación deshumaniza; hace personas menos humanas, no porque no sean educadas, sino porque tienen un tenue control sobre sus vidas que son, en cambio, dominadas por condiciones accidentales.” (50)

El padre de Samsa era un hombre viejo que ya no trabajaba; su madre de igual forma era ya una anciana y padecía de asma, por lo que contaba con fatiga constantemente al tener dificultades respiratorias; su hermana apenas contaba con diecisiete años, todavía era una inocente chica que solo se preocupaba por dormir mucho, tocar el violín y ayudar en la casa. Cuando Gregor Samsa escuchaba por la puerta que empezaban a hablar de la necesidad de ganar dinero prefería abandonar la puerta y arrojarse sobre su sofá porque se llenaba de vergüenza y tristeza al no poder contribuir más, por su parte su familia sentía una enorme repugnancia por la nueva forma de Samsa, pero solo les quedaba resignarse. El presupuesto familiar fue reduciéndose cada vez más, despidieron a su criada, vendieron distintas joyas y la familia discutía sobre cómo podían moverse de lugar y trasladar a Gregor sin que otras personas se enteraran de su situación. Gregor pasaba las noches y días casi sin dormir, en su mente se imaginaba de repente volviendo a su vida anterior haciéndose cargo de los asuntos de la familia, pero en lugar de eso toda esa vida era ya inaccesible, sus padres no lo iban a ver a su cuarto, solo su hermana entraba rápidamente para darle alimento, su familia se había enajenado de él y no tenía los suficientes cuidados. Se podría decir que desde que dejó de generar dinero perdió su dignidad, como lo dice Marx y Engels en El manifiesto del partido comunista: “Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar.” (1999: 13). 

Samsa al perder la libertad ilimitada de comerciar y producir para generar dinero se quedó sin dignidad. La burguesía desgarra los velos emotivos y sentimentales que envuelven a la familia y la pone al desnudo de la realidad económica, la familia burguesa depende del capital y del lucro privado, sólo unos cuantos pueden tener una familia, las familias proletarias se deben prostituir al trabajo asalariado ante la carencia de bienes. Todas las relaciones en el capitalismo se derrumban, bien daba cuenta Marx y Engels: “Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.” (1999: 13).

Así Samsa no le queda más que contemplar su alrededor con una mirada fría y con indiferencia hacia todo, a tal grado que ya ni siquiera tiene ganas de tumbarse sobre su espalda y restregarse contra la alfombra, todos le dejaron de prestar atención, ya no sentía más vergüenza, estaba alienado, enajenado de su mundo ya no le quedaba nada de lo que alguna vez fue su vida pasada, todo lo que era sólido en su vida se desvaneció en el aire. El problema con Samsa fue que las características del dinero fueron fetichizadas y fueron transferidas a sus facultades y capacidades. Su identidad quedaba determinada por sus condiciones económicas, con su trabajo podía conferir estatus a su familia y aparentar un estilo de vida, sin importar que odiara su trabajo y estuviera desgastado física y mentalmente todos los días. Cultivaba apariencias y al no poder acceder más a su trabajo asalariado, no le quedó ninguna identidad propia.  En vista de todos los cambios inesperados de la vida capitalista, a las personas no les queda otra opción que alienarse del mundo. No esperan ningún sentido, la vida para estas personas deja de tener propósitos y proyectos. Ante la angustia del futuro se prefiere olvidarse de todas las expectativas que la vida pueda generar y solo se vive el día a día con el fin de cumplir con las exigencias de una empresa ajena a nosotros, Samsa no puede desarrollar sus potencialidades y se veía limitado a su trabajo, se encontraba condenado a vivir una vida inauténtica, una vida de puras apariencias. El libre mercado limita la autorrealización y como resultado, da gente que no ha experimentado una auténtica existencia, en la vida capitalista hasta el corazón se queda sin escrúpulos. 

Como bien da cuenta Heidegger en su obra Ser y Tiempo, donde nos habla del “Dasein” como la única estructura ontológica que puede preguntar por el ser y contestarse a sí mismo, ese ser ahí que es una verdadera forma auténtica del ser que comprende una temporalidad dada. En cambio, podríamos declarar que Samsa es un “Dasman”, lo uno, es decir aquella estructura que no se apropia de ningún decir, es el momento inauténtico de la existencia, un ejemplo de ello era la vida de Samsa antes de su metamorfosis, en su trabajo tenía únicamente conversaciones banales sin importarle la comprensión de su realidad.  El “Dasein” está libre de las ilusiones del uno, tiene un proyecto existencial para una vida auténtica, en palabras de Heidegger: “El adelantarse le revela al Dasein su pérdida en el ‘uno mismo’ y lo conduce ante la posibilidad de ser sí mismo sin el apoyo primario de la solicitud ocupada, y de serlo en una libertad apasionada, libre de las ilusiones del uno, libertad fáctica, cierta de sí misma y acosada por la angustia: la libertad para la muerte.” (266). Cuando la vida humana se asume frente a la muerte y rompe contra el uno mismo, contra lo inauténtico de la vida nihilista puede ser verdaderamente auténtico y libre en sus propias posibilidades, por su parte para Marx la vida del individuo alcanza una liberación cuando este reconoce que es parte de la clase explotada. 

Ahora bien, antes de Heidegger y Marx hay un filósofo que ya había analizado el fenómeno de la alienación, este fue Hegel en su obra de la Fenomenología del espíritu donde nos narra todo el camino que recorre la conciencia de forma dialéctica hasta dejar de estar alienada del mundo y de ella misma, a lo largo de toda esta obra podemos observar como la conciencia pasa por diversos momentos de alienación que nos pueden ayudar a entender mejor este fenómeno en La metamorfosis de Kafka e incluso nos puede dar una explicación filosófica de porque Samsa se convirtió en un insecto. Para empezar, es necesario saber que al inicio la conciencia no se reconoce a ella misma como autoconciencia y para poder reconocerse a sí misma atraviesa un largo camino hasta que llega un momento que hay una lucha a muerte entre dos autoconciencias donde una terminará tomando el papel del señorío y va a buscar dominar el deseo de la otra autoconciencia que se convertirá en servidumbre ante el miedo a la muerte, la cual amaba tanto la vida que prefería perder su libertad para someterse como esclavo, mientras que el señor no tiene miedo a la muerte y prefiere su libertad consiguiendo negar la capacidad de elegir y desear de la servidumbre. Viéndolo desde Samsa podría decirse que este antes de su metamorfosis era parte de la servidumbre, dado que se sometió y se encontraba condicionado con el fin de garantizar una vida acomodada a él y a su familia.  

Continuando con Hegel, el siervo se va a encargar de trabajar, pero va a ser un trabajo alienado, dado que lo produce por obligación para satisfacer al amo, un equivalente a lo que sería más tarde el trabajo asalariado de Marx y que Samsa realizaba con anterioridad a su drástico cambio de vida. En resumidas cuentas, la autoconciencia del siervo seguirá avanzando por múltiples momentos donde continuará estando alienada al no reconocerse a sí misma en su trabajo y por la falta de reconocimiento del otro. Sigue siendo una consciencia desdichada al no reconocerse en los objetos del mundo y en sí misma. La alienación en este sentido se genera ante un extrañamiento en relación con el mundo que la misma conciencia había creado, entendemos que para Hegel la alienación está en el extrañamiento de la identidad y personalidad de la propia autoconciencia. En este aspecto, cuando a la conciencia le parece extraño su mundo que se presenta como realidad efectiva negativa y ajena, la autoconciencia tiene que buscar otro mundo situado más allá del terreno de lo efectivo, es decir, del mundo fáctico. 

Para ejemplificar lo anterior de forma sencilla se podría decir que es como un sentimiento de no sentirse en casa, una inhospitalidad ante el mundo permite la apertura a otro mundo en el que la conciencia se sienta menos alienada de sí misma, hablamos del mundo de la fe como lo define Hegel: “[…] el mundo de la fe en cuanto que evasión o huida [Flucht] del mundo de la presencia, mundo realmente efectivo o, como lo entendemos nosotros, el mundo mundano.” (363). En esto podríamos encontrar una posible explicación a lo sucedido con Samsa, su metamorfosis fue su huida del mundo mundano y efectivo, ante la imposibilidad de reconocerse prefiere convertirse en un insecto y olvidarse de toda su vida humana, vivir de forma distinta al humano alienado de la realidad efectiva, Samsa renuncia a sí mismo y se convierte en un insecto. Sin embargo, Hegel explica que ante la alienación y el caos que se daba en la realidad efectiva continuaba teniendo en sí el lado del reino animado del espíritu como un reino de completa violencia y autoengaño, de ahí que se necesite la evasión del mundo que seguía siendo determinado por cierta inmediatez natural que se opone al surgimiento del espíritu. 

En este sentido se podría decir que la evasión del mundo real no adquiere un aspecto negativo, es un evento necesario para escapar de la alienación humana y alcanzar una realidad realmente espiritual y racional, salir de un mundo hostil y animal para avanzar a la unidad.  En este aspecto, Hegel nos dirá que mediante esta renuncia de sí mismo es lo que permitirá de forma dialéctica que la autoconciencia sea efectivamente realidad: “La autoconciencia es solamente algo, que tiene realidad, meramente, en la medida en que se enajena de sí misma.” (363). Esto quiere decir que la renuncia a su realidad efectiva es una condición para que más adelante la autoconciencia pueda formar su propia realidad y ser parte de lo universal, esta realidad que surge a partir del abandono de si es lo que Hegel denomina “Bildung”, es decir, la cultura que da forma al individuo, esta otorga validez y realidad efectiva al individuo. Hegel más adelante menciona que ese mundo cultural es la posibilidad para que el sujeto logre ser reconocido y así adquirir realidad efectiva y una existencia auténtica. 

Aquí encontramos entonces lo que sucedió en realidad con la metamorfosis de Samsa, anteriormente decíamos que se debió a que se sentía alienado del mundo y decidió huir de la realidad efectiva y de sí mismo, pero en realidad ocurrió todo lo contrario, pues bien hemos visto que para Hegel esa huida termina formando la “Bildung” y nos permite ir más allá del mundo natural y animal que sigue siendo completamente caótico, entonces parecería que Samsa huye de su realidad, pero en realidad se queda en ella como se nos deja ver a lo largo del cuento. Cuando sucede la metamorfosis de Gregor parecería que este quiere evadir la realidad, pero solo es un intento, no puede evadirla porque si prestamos atención sigue pensando en todos sus problemas que tenía con su jefe y en el trabajo, se mantiene en la realidad efectiva, prosigue en el caos, de modo que la conciencia se queda frustrada al no lograr sus propósitos, se mantiene alienado en la realidad efectiva pura a tal grado que adquiere una forma de insecto demostrando cómo su lado irracional, caótico y animal se apodera cada vez más de él en lugar de huir de todo y evadir el mundo mediante la fe. No hay una “aufheben”, es decir una superación de la alienación para dar un paso hacia un mundo más racional y dejar la realidad puramente contingente que ofrece posibilidades existenciales demasiado limitadas y no permite potenciar el desarrollo espiritual en condiciones de libertad. Si bien mediante la superación dialéctica logra dar cuenta de que ambas son importantes, no puede quedarse únicamente en esa realidad efectiva pura, debe dar cuenta de la unidad de las cosas. El problema de Samsa es que no va más allá de su realidad efectiva pura y queda plenamente alienado frente a su mundo. No es capaz de ir más lejos, no obtiene reconocimiento de nadie, su familia se enajena de su vida y se queda totalmente solo hasta que termina muriendo. 

Para Hegel en el reconocimiento se juega ya el concepto de espíritu, donde la conciencia ya ha logrado superar completamente la alienación. En sus palabras “Más tarde vendrá para la conciencia la experiencia de lo que el espíritu es, esta sustancia absoluta que, en la perfecta libertad y autosuficiencia de su contraposición, es decir, de distintas conciencias de sí que son para sí, es la unidad de las mismas: Yo es Nosotros y Nosotros, Yo.” (95). El reconocimiento hegeliano sólo se da cuando se comprende que el otro es extensión de mi propia libertad y para entender esto se debió haber pasado por el proceso de la superación de la realidad pura para así poder formar la cultura. Por ello, el Estado para Hegel nos permite dejar la alienación, puesto que en él nos reconocemos y permite que todos vivan libremente, entendiendo que los otros son parte del yo y el yo es parte de los otros. 

En este aspecto, para empezar a finalizar, podríamos pensar que la alienación no es un fenómeno cualquiera, sino algo fundamental para el desarrollo de la conciencia hegeliana, pero también es algo que afecta en la agencia del ser humano y en el curso de su mundo cotidiano, no por nada luego de Hegel tanto Marx como Heidegger abordaron este fenómeno dentro de sus investigaciones. Podría decirse que la alienación en su última instancia es vital para toda conciencia, pues da la posibilidad de encontrarse consigo mismo para escapar de ese sentimiento de mera contingencia donde no nos reconocemos con el mundo que nosotros mismos formamos. Lamentablemente, lograr superar la alienación no es un proceso nada sencillo como se nos muestra en el caso de Samsa que nunca logra salir de su realidad efectiva pura, no alcanza un reconocimiento mutuo, por lo que su vida termina siendo destruida. 

En la actualidad la alienación sigue amenazando en una sociedad de mercado, la competencia nos aliena del mundo, todo lo que producimos no nos es propio, los trabajadores asalariados no cuentan con el capital suficiente para hacerse con una casa, de forma que no terminan de sentirse cómodos en el mundo capitalista que nos mantiene aislados y desalentados ante la sociedad. Cada vez es más complicado encontrar una identidad propia en un mundo contingente vaciado de importancia e insignificante. Es necesario una superación del modelo económico capitalista y de nuestra alienación individual, pues ambas nos afectan, no están separadas una de la otra, debemos abatir la contingencia nihilista y la irracionalidad pura del mundo, aspirar a un reconocimiento hegeliano donde cada uno de nosotros sienta que su libertad se reafirma en un Estado donde todos reconozcamos nuestra existencia. Superar todas las metamorfosis que vivimos en la vida apoyados en los otros porque jamás hay que olvidar que sin el otro no se da el yo. Gregor fue un perfecto ejemplar, ya que su vida terminó al momento en que su propia hermana dejó de ayudarlo. Se quedó solo, sin reconocimiento alguno, una metamorfosis que perdió todo reconocimiento. Entonces, por ahora podemos decir que seguramente seguiremos pasando por muchas metamorfosis donde nos alienamos ante la vida, pero por muy alienados que estemos y por muchas metamorfosis que pasemos siempre debemos de reconocernos. 

Bibliografía

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