Escrito por: Ariadna Belén Reyna Palomo
Fecha de publicación: octubre 2024
Resumen
El objetivo de este artículo es mostrar e identificar cómo los animales adquieren características emocionales mayormente propias de los humanos en el texto El matrimonio de los peces rojos de la autora Guadalupe Nettel. Los animales simbolizan aquello que los seres humanos no pueden externar; son la representación de los sentimientos reprimidos e indescifrables para el ojo de las personas. Los animales, dentro de esta narrativa de Guadalupe Nettel, muestran un panorama amplio que los lectores pueden entender como una representación del mundo, en diferentes perspectivas. El propósito es mostrar que los animales son símbolos y una extensión de lo humano que enriquece a la literatura y nutre a diferentes narrativas.
Palabras clave: animales, emociones, representación, humanos, Guadalupe Nettel.
Durante este ensayo se hablará sobre cómo la personificación emocional de los animales en El matrimonio de los peces rojos, de la autora Guadalupe Nettel, lleva a una mejor interpretación de lo humano. Sobre todo, se hará hincapié en cómo los animales, dentro de los cuentos, “El matrimonio de los peces rojos”, “Felina” y “La serpiente de Bejín”, ayudan a cada uno de los personajes a entender sus propias emociones, problemas y su relación con los otros. El objetivo de dicho trabajo es demostrar que la presencia de figuras no humanas en la narrativa, genera una conexión y comprensión emocional mayor tanto en los personajes como en los lectores.
El libro El matrimonio de los peces rojos publicado en 2013 y ganador del Premio Internacional Narrativa Breve Ribera del Duero, cuenta con cinco cuentos que tienen como puntos relevantes las emociones de sus personajes humanos y como estos se relacionan con los animales o microorganismos como en el cuento “Hongos”. Sin embargo, como ya se ha mencionado antes, nos centraremos en tres cuentos en concreto “El matrimonio de los peces rojos”, “Felina” y “La serpiente de Bejín”, para poder llevar a cabo este análisis.
Cada uno de los protagonistas de estas historias, cuenta con ciertos conflictos y con su equivalente animal: “[…] la identidad de los personajes es un eje rector de los conflictos de cada uno de los cuentos y, en segundo lugar, en que esta identidad es referida a través de metáforas conceptuales de personificación y despersonificación” (Ramírez y Ramírez: 97). Como bien mencionan Ramírez y Ramírez, todas y cada una de estas personalidades tienen conflictos meramente humanos, que se reflejarán en la conducta de los animales.
Ahora bien, en el cuento “El matrimonio de los peces rojos”, nos encontramos con un matrimonio a la espera del nacimiento de su hija Lila. Una de sus amigas, les regala una pareja de Betta splendens, quienes de ahora en adelante nos servirán como un reflejo del matrimonio y su devastador final. No obstante, y sabiendo esto, al comienzo, la narradora comenta que se acaba de morir su pez beta llamado Oblomov, el último de sus peces, a quien ella no le prestaba tanta atención como a la pareja anterior.
Dando inicio al análisis, nos centraremos brevemente en estas líneas: “Él, en cambio, tuvo más tiempo, más serenidad para observarnos a Vincent y a mí. Y estoy segura de que, a su manera, también sintió pena por nosotros” (Nettel: 8). Oblomov, comienza a representar algunas emociones, aunque no niego que los peces podrían llegar a tener emociones, sin duda “sentir pena”, es algo propiamente humano, es por eso que la protagonista al estar en un estado de pena y tristeza por la inminente separación con su esposo, refleja esa emoción en el pez.
“En general, se aprende mucho de los animales con los que convivimos, incluidos los peces. Son como un espejo que refleja emociones o comportamientos subterráneos que no nos atrevemos a ver” (Nettel: 8). Es en este punto, es en donde podemos apreciar cómo Nettel les da a los animales algunas características emotivas, como si estos lograrán interpretar y absorber el comportamiento de sus dueños. Como bien comenta Valverde, “[…] se transfieren los sentimientos entre humanos y animales” (136). Lo que permite generar esta asociación, como si los animales presentes fueran conscientes de su entorno y de los sentimientos que los rodean, al mismo tiempo que se apropian de ellos, es la transferencia de emociones.
Algo a tener en cuenta es que no solo se apropian de los sentimientos, sino que absorben algunas características corporales que nos dan a entender esta mimetización entre animal y humano: “[…] a lo largo del cuerpo le habían salido dos rayas horizontales de color pardo” (Nettel: 10). Conforme avanza la historia, la protagonista comienza a notar ciertos cambios en el pez hembra. Estas líneas, de color pardo, se aparecerán páginas más tarde, pero en su vientre. “Minutos más tarde, mientras me vestía frente al espejo de mi cuarto, noté una línea marrón situada exactamente en la mitad de mi vientre” (Nettel: 12).
Pasando al cuento de “Felina”, en este se narra cómo una estudiante que busca ganarse una beca en Princeton queda embarazada. Ella cuenta con dos gatos a quienes cuida y ama. Su gata Greta queda encinta al mismo tiempo que la protagonista; sin embargo, esta última busca la forma de abortar. Después de una caída y de un aborto espontáneo, comienza a ver las cosas de forma diferente. Con esta premisa, podríamos imaginarnos a dónde se dirige el cuento. No obstante, en esta relación, al contrario que con el cuento pasado, podemos notar cómo es que nuestro personaje principal se da cuenta de cómo los humanos y los animales nos parecemos mucho.
Dice Nettel que “Los vínculos entre los animales y los seres humanos pueden ser tan complejos como aquellos que nos unen a la gente” (35). Si bien, en un inicio, habló de ellos como simples mascotas de compañía, de pronto esa perspectiva se ve modificada, ya que los gatos, comienzan a aportar algo más que su simple presencia: “Yo aportaba una energía pausada y maternal, Greta la agilidad y la coquetería, y Milton la fortaleza masculina” (Nettel: 37). No digo que los gatos no puedan tener fortaleza masculina o coquetería; sin embargo, son características algo más humanas.
Conforme avanza la narrativa, nos enfrentamos nuevamente a estas similitudes corporales con los dos embarazos, y aunque “[…] las semejanzas entre la dueña y su doble gatuno parecen desplomarse con el embarazo infructuoso de la narradora y el exitoso de la gata, los lazos entre las dos crecen aún más con la pérdida del feto” (Lenzen: 75). Esto, sobre todo debido a cierta despersonalización de la narradora, es verdad que ya no está embarazada; sin embargo, nota algo en Greta, que la hace sentirse identificada.
Esto mismo sucede con el último cuento, “La serpiente de Bejín”, historia narrada por el hijo de un dramaturgo y una actriz. El narrador nos menciona que su padre es chino, una persona separada de su cultura natal. Después de un viaje de trabajo a Bejín regresa cambiado, ya no parece el mismo hombre de siempre, tiene actitudes extrañas e incluso compra una víbora que lo representa, también se entera por su madre de que su padre tiene una amante: “Cuando regresó, traía consigo un terrario en el que distinguimos la silueta de una víbora. Nos saludó fugazmente mientras pasaba con su nueva adquisición, junto a la puerta de la cocina” (Nettel: 58). Este animal, no solo representa al personaje del padre, sino como nos daremos cuenta más adelante, que es el símbolo de todo su dolor.
En tal sentido, mientras que el padre ve su dolor reflejado en la serpiente que deliberadamente separó de su pareja, el narrador protagonista representa a la amante como a una serpiente que puede causar una herida más letal que cualquier otra, lo que significa, en concreto, que el hecho de haber perdido a la amante le causa un sufrimiento incurable a su padre (Ramírez y Ramírez: 105).
La víbora, para el padre, es una representación de él mismo, mientras que el hijo ve a la amante, reflejada como este personaje venenoso que llegó para arruinar a su padre y el matrimonio de su madre. El papá compra esta víbora alejándola de su pareja: “Por eso compré este animal, por eso decidí separarlo de su pareja, para observar su dolor como reflejo del mío” (Nettel: 64). En este apartado es cuando se vislumbra con mayor claridad que los animales de estos cuentos son reflejos de las emociones y se personifican con estas, tomando características propias de los humanos. La víbora pasa a ser más que un animal, es la representación del dolor del otro, como si fuera un igual con el hombre y pasarán por los mismos problemas.
El final de esta historia es contundente y nos muestra cómo es que incluso los personajes personifican a los animales y los comparan con las personas. “La Daboia que trajo a casa nunca llegó a hacernos daño. La serpiente de Bejín, en cambio, le ocasionó una lesión que ningún remedio casero consiguió cicatrizar” (Nettel: 65). El narrador nos muestra cómo es que él veía a la amante de su padre como una serpiente, aquella que es más venenosa que una víbora real. Es como si los animales, también pudieran reflejar el dolor y ser responsables de este. El narrador usa esta metáfora para referirse a una persona, que tiene características del animal.
Como podemos notar, “En todos los textos, sin excepción, el animal real aparece en la vida del personaje como un reflejo que le enseña una faceta de sí mismo” (Lenzen: 88). Durante los primeros dos cuentos notamos cómo estos animales aparecen para demostrar algunas características emocionales y físicas a las protagonistas; el último relato, se centra más que nada en lo emocional. Los animales muestran una faceta de un matrimonio roto, la maternidad y la tristeza de alejarse de quien se ama, personifican todo aquello que pasa alrededor de los humanos.
“Cada uno de los personajes del volumen de cuentos El matrimonio de los peces rojos (2013) atraviesa por severos problemas existenciales. Estos se derivan de las ásperas relaciones intersubjetivas que sostienen con otros personajes de la historia” (Ramírez y Ramírez: 100); Los problemas emocionales, existenciales y de relación, permiten que Nettel nos introduzca en una ficción en donde los animales conecten de forma perfecta con los humanos. Estos problemas ayudan a que se generen lazos sentimentales más fuertes, como los de la protagonista con el pez beta hembra o la de la estudiante y Greta.
Algo a resaltar, es que nuestros narradores no tienen nombres propios; sin embargo, los animales, en su mayoría, son portadores de uno. Esto quizá ayude a personificarlos, más que con solo emociones, nos permite identificar a nuestros protagonistas a través de ellos. “De hecho, el desdoblamiento por proyección sería una estrategia del ‘yo’ incapaz de asumir algunos rasgos de su personalidad: su doble tendrá esas características reprimidas […]” (Lenzen: 63). Es en este punto, en el que se fusionan los personajes con sus pares animales. Ya no solo son animales, son representaciones simbólicas de los sentimientos y de las situaciones físicas de cada uno de ellos. Todo lo que repriman, sus dobles animales lo mostrarán, tal como sucede con el pez beta hembra, quien prefiere mantenerse alejada del pez macho, mientras la protagonista lo que busca es acercarse a su esposo.
En palabras de Hernández, “[…] la aparente simpleza e inferioridad de la fauna desaparece y da lugar a la representación contrastiva de una entidad biológica, la cual subsume al ser humano y lo convierte en parte de su extensión” (73). Los cuentos están formulados para que notemos cada detalle de la representación. Los humanos también somos animales, es por eso que la conexión con cada uno de estos seres vivos, es estrecha; los peces, los gatos y las víboras, se convierten en una extensión sentimental y representativa del ser humano, como si cualquier rasgo de diferencia se desdibujara.
Otro aspecto fundamental es el hecho de que “[…] la relación hombre-animal se da en el seno de las ciudades, no en el campo o en la selva (el espacio natural), sino en los apartamentos y pisos cotidianos en los que las personas trazan sus barreras frente a los demás (el espacio urbano)” (Hernández: 73). Que los cuentos estén situados en la ciudad genera un ambiente igualitario en cuanto a condiciones, “Tanto el calor como las preocupaciones me sacaban muy temprano de la cama, antes de que Lila o Vincent se despertaran, y empezaba a dar vueltas en mi propio recipiente” (Nettel: 21); a modo de ejemplo, podemos notar como el departamento deja de serlo y comienza a ser una pecera. Su propio lugar cerrado, en donde no hay salida, es por eso que el espacio es tan relevante, no hay salida de este y las situaciones los atrapan por completo.
Ahora bien, ya hemos hablado de cómo los animales tienen una atribución de emociones; sin embargo, ¿cuál es su función? Pues esta va más allá de mostrar emociones “[…] sino que más bien funcionan como repositorios para las angustias, los cuestionamientos, y las inseguridades de los protagonistas humanos ordinarios, y sobre todo de los personajes femeninos” (Lenzen: 61). Lenzen, menciona que sus funciones son representar las preocupaciones de los personajes, ya no solo sienten emociones, sino que también son la emoción. Pasan de ser la representación de algo, a ser ese algo (las emociones) y, sobre todo, comienzan a ser símbolos de lo innombrable.
Los animales, para Nettel, toman incluso más relevancia que los mismos humanos. Son tomados como una extensión del ser, y son los encargados de mostrar el verdadero sentir de sus iguales. “No encontramos animales parlantes que desempeñen una función satírica, probablemente porque la sátira no sea el objetivo de Nettel” (Lenzen: 87). No tenemos un gato sonriente como en Alicia en el país de las maravillas. Nettel no busca satirizar nada, esto debido a la complejidad de los personajes. Los animales son parte de la historia, estos no hablan porque los protagonistas y sus acciones narran por ellos.
La intención de representar a estos animales, sin voz, se debe a que ellos ya están hablando; son la emoción y las acciones llevadas a cabo por cada protagonista. “Ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de despedirnos. «Los gatos sí que deciden», recuerdo que pensé. Me sentí una estúpida por no haberme dado cuenta” (Nettel: 38). No existe la sátira, porque no hay nada que los animales hagan que cause risa. Ellos pueden elegir, mueren, y sufren como las personas que los acompañan; tienen sus propias reglas y sus elecciones.
“Me dije que ninguno de los dos éramos nadie para elegir por ella. Tenía derecho a ser madre, por lo menos una vez. Qué otra misión, me pregunté, puede haber en la vida de los animales sino reproducirse” (Nettel: 38). Siguiendo con esta línea, inclusive los personajes les dan su propia autonomía, su capacidad de discernir. Greta, la gata, tiene que elegir, y el padre del cuento de “La serpiente de Bejín”, siente un dolor similar al de la víbora. Los animales no causan risa, porque tienen una connotación tan humana que no da cabida a la risa. Todos sufren a su manera.
“[…] una vinculación a través de la cual Nettel delinea la lógica surgida de los encuentros inesperados entre el ser humano y el ser menor (literalmente), viabilizando la reflexión de que el mundo social en el que vivimos se convierte en algo difícil de sobrellevar” (Hernández: 75). Aun cuando Hernández trata a los animales como el ser menor, yo diría que los seres menores en estos cuentos son los protagonistas. Los animales ayudan a comprender lo que los humanos no pueden, funcionan como apoyo reflexivo, en su otredad, les brindan a los protagonistas las respuestas y las palabras de lo que es difícil para ellos.
En conclusión, los animales, dentro de los cuentos analizados, fungen como figuras narrativas que representan lo humano. No solo conectan con los sentimientos y situaciones de los personajes, sino que adoptan comportamientos y características físicas, que nos dan un acercamiento más puntual. Nettel no pone en comparación las emociones humanas y las que pueden llegar a sentir los animales, más bien hace que todos tengan los mismos sentimientos. Las figuras no humanas (animales) que están presentes, generan una mayor conexión y comprensión emocional a los personajes de sí mismos, y permiten a los lectores interpretar con mayor facilidad las emociones, las identidades y los conflictos internos que se presentan en los cuentos.
Bibliografía
Hernández Quesada, Francisco Javier. “El matrimonio de los peces rojos: El vínculo humano-animal”, en Graffylia, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, 15 (24) (2017): 71-78.
Lenzen, Marina. El animal y sus funciones en tres libros de Guadalupe Nettel: El cuerpo en que nací (2011), El matrimonio de los peces rojos (2013), y La hija única (2020). 2022-2023. Université de Liège, MatheO, Tesina. Disponible en: http://hdl.handle.net/2268.2/19094
Nettel, Guadalupe. El matrimonio de los peces rojos. México: Páginas de Espuma, 2013.
Ramírez, Maikel y Ramírez, Ana María. “Personificación y despersonificación en la identidad de los personajes en El matrimonio de los peces rojos (2013), de Guadalupe Nettel”, en Contexto (2019): 96-107. Disponible en: http://erevistas.saber.ula.ve/index.php/contexto/article/view/15727
Valverde, Lucie. ”La feroz aritmética de la maternidad en El matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel”, en REVELL (2018), pp.126-146. Disponible en: https://periodicosonline.uems.br/index.php/REV/article/view/3165/pdf
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