Escrito por: Por John Gil
Últimamente en la Ciudad de México, conocida en toda Latinoamérica como una de las grandes urbes de la vida nocturna gay/queer, ha habido dos fenómenos que no existían en la vida pre-pandemia: el primero de ellos es que se están sumando cada vez más lugares para las personas queer en diversas zonas de la ciudad, más allá de la famosísima Zona Rosa, ahora también cada vez existen más lugares en zonas como Polanco-Lomas y en el Centro de la Ciudad de los Palacios. La oferta es cada vez mayor y mejor: hay bares especializados en el drag que siguen creciendo como la espuma y otros más para “chacales”, “osos”, ”twinks”, asimismo existe una mayor preocupación por la accesibilidad, en cuanto a precios, dependiendo de la zona.
El otro fenómeno que nos trae acá es la presencia de más personas heterosexuales, straight o bugas en estos espacios de la diversidad nacidos como refugios para todes nosotres que nos identificamos en alguna letra del LGBTTTIQ+, que necesitamos un lugar seguro para existir y simplemente ser.
Y con la presencia de más bugas también ha habido más incidentes entre los varones de estos y nuestra comunidad; personalmente me ha tocado ver dos veces a tipos bugas tratando de ligarse a chavas en estos espacios ya que dicen que en los bares gay “hay más guapas y no son tan fresas”. El problema es que en ambas ocasiones estos varones acosaron a las chicas que varias veces se negaron a seguirles el juego porque simplemente no querían, independientemente de su orientación sexual. En ambos casos los bugas fueron retirados del bar por denuncia de las mujeres acosadas.
Pero esto no es lo único que me ha tocado presenciar, también me ha tocado ver varios altercados entre hombres bugas y chicos queer (asumo que gay) porque los primeros pensaban que le estaban echando el perro a sus novias o a ellos mismos. Y es que resulta obvio que si vas a un bar donde chicos gay pueden conocerse y ligar, quizá al menos por error, alguien pueda confundirte o coquetearte; es algo que puede pasar si vas a un bar donde los hombres se conocen en un modo más allá que una amistad. Obviamente sin dejar de lado el acoso que existe de todos lados y que también existe en los hombres gay, pues seguimos siendo hombres con violencias dentro.
Por estos ejemplos y otros problemas similares es que en redes sociales, principalmente en Twitter, cada vez se hace más presente el debate acerca de si los bares gay/queer deberían ser exclusivos para personas de la comunidad o en cambio, ser abiertos e inclusivos para toda persona que quiera acercarse a ellos.
Y es que siendo una minoría que históricamente ha sido atacada por el simple hecho de existir, entendemos qué es la opresión, segregación y persecución. Hay quienes, dentro de la comunidad o fuera de ella, se atreven a comparar todo este recorrido histórico de violencia con opiniones de personas queer que simplemente no se sienten cómodas con la presencia de bugas en estos espacios seguros: que porque “si somos tan diversos debemos aceptar a todes” o porque “si hemos sido oprimidos y discriminados, no deberíamos pagar con la misma moneda.” Para mí esta forma de verlo aunque sea con una intención positiva, oculta el gran problema de invisibilización de la causa real, es decir, hace que los bares gay se vuelvan cualquier tipo de bar y aunque eso no debería representar un problema, lo es cuando seguimos viviendo en sociedades tremendamente violentas con personas de nuestra comunidad y eso es algo donde no podemos ni debemos retroceder en materia de derechos y libertades. Es nuestro derecho tener espacios seguros mientras no podamos vivir libres de violencia en nuestras calles, ciudades y cualquier lugar de nuestra sociedad.
Amigo buga, si no puedes controlar tu violencia o te sientes incómodo en un ambiente donde te puedes sentir tan vulnerable (como usualmente tú haces sentir a las mujeres que acosas), mejor no vengas.
Amiga buga, nos encanta convivir contigo pero no con tu novio violento, si quieres venir, hazlo pero no vengas acompañada de alguien que sólo va a generar violencia.
¿Ustedes qué opinan?, ¿existe el hetero-shaming o sólo son lágrimas de buga?
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