Escrito por: José Manuel Baizán Paredes
Ilustración por: Cassandra Catalina
PERSONAJES
ÉL, hombre de alrededor de 20 años.
ELLA, mujer de alrededor de 20 años.
JOVEN, de alrededor de 20 años.
MUJER, de alrededor de 45 años.
JUEZ, hombre corpulento y de carácter serio.
HOMBRES, dos, grandes y vestidos de negro.
En el escenario, un escritorio individual a la izquierda, cerca del público y, de cara a él, una silla simple de madera.
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ÉL está en el escritorio con un bolígrafo en la mano, sentado y escribiendo en un papel. ELLA viene desde el fondo a la izquierda y se le acerca. Tras una pausa, le acaricia la cabeza con calma.
ELLA— ¿Qué haces?
ÉL— Escribo teatro.
ELLA— ¿Por qué?
ÉL— ¿Tiene que haber un porqué?
ELLA— Siempre hay un porqué para todo.
ÉL— Estoy frustrado. Triste.
ELLA— ¿Es que acaso no te hago feliz?
ÉL— Si no fuese por ti, no estaría creando: estaría destruyendo.
ELLA— ¿Cómo?
ÉL— No estoy destruyendo mi mente, mi cuerpo o mi alma… No me estoy atormentando con pensamientos, ahogándome en alcohol o soñando con la muerte…
(ELLA repite la caricia).
ELLA— ¿Sin mí harías eso?
ÉL— Sin ti, lo he hecho.
ELLA— Pero ¿volverías a hacerlo?
ÉL— Después de ti, buscaré otra excusa para mantenerme aquí. Pero ahora eres tú quien me hace feliz. ¿Sin ti? Probablemente, y hasta darme cuenta de la basura que es, haría todo lo que te he dicho.
ELLA— Tú a mí también me haces feliz… Te quiero.
ÉL— (Incorporándose y mirándola a los ojos). Te amo.
ELLA— Te amo.
ÉL— Te quiero… ¿Sabes? Acabamos de darnos un abrazo. Cuando en un cuarteto los versos riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero se dice que están abrazados.
ELLA— Me gusta… ¿Quieres caminar?
ÉL— Pero si a ti no te gusta…
ELLA— Contigo sí. Me encanta.
(ÉL se levanta y se dan la mano. Avanzan así alrededor del escenario sin parar el diálogo).
ÉL— Tú me encantas a mí.
ELLA— ¿De verdad?
(Un JOVEN entra al escenario desde el fondo a la izquierda hacia la salida de la derecha. Anda lentamente. Los amantes ni tan solo se fijan en él).
ÉL— De verdad.
ELLA— Quiero ser totalmente tuya…
ÉL— ¿Cómo?
ELLA— De todas las maneras posibles.
ÉL— Creo que eso no puede ser.
ELLA— ¿Por qué?
ÉL— No eres tuya de todas las maneras posibles.
(De repente aparece la MUJER desde el fondo a la derecha caminando con fuerza, haciendo ruido. ÉL y ELLA paran su paseo y se fijan en la MUJER. Se separan sus manos y ELLA le da la espalda a ÉL. La MUJER observa desde el fondo, en el centro del escenario. ÉL la mira a ELLA y, después, durante muy poco tiempo, a la MUJER. La MUJER se va por donde vino y como lo hizo. ÉL comienza, resignado, a retroceder hacia el escritorio. ELLA comprueba que la MUJER se ha marchado, corre y le agarra a ÉL de un brazo).
ELLA— Te amo.
(ÉL se gira. Sus labios se acercan, pero no llegan a besarse. Se separan un poco, pero sin dejar de tener contacto).
ÉL— (Melancólico). ¿Quién era?
ELLA— Nadie. Mi madre.
ÉL— ¿Y por qué te alejaste de mí?
ELLA— Me dice continuamente: (imitando una voz sin llegar a la parodia) «No juegues con los sentimientos de los demás».
ÉL— Pero… ¡yo quiero que juegues con mi corazón!
(Se abrazan).
ELLA— ¿Por qué?
ÉL— Porque te estoy muy agradecido.
ELLA— (Aún más dulce). ¿Por qué?
ÉL— Porque me haces sentir vivo. No estoy escribiendo teatro ahora mismo, ¿te das cuenta?
ELLA— Sí.
(Inmediatamente ELLA sonríe y le contagia a ÉL la expresión. Por el fondo vuelven a pasar el JOVEN y la MUJER, esta vez juntos. La atención sobre ellos. No hacen ruido, aunque no se fijan en lo que ocurre en el escenario. Hablan entre sí de temas serios. Terminan de pasar con cierta rapidez de derecha a izquierda. ÉL y ELLA no han dejado de mirarse a los ojos sonriendo. Recuperan el protagonismo).
ÉL— Espérame un momento.
(ÉL va a la mesa y se pone a garabatear otra vez).
ELLA— ¿Qué haces?
ÉL— Vuelvo a escribir teatro.
ELLA— (Con preocupación, deprimida). ¿Vuelves a estar triste?
ÉL— ¡No! Ahora lo hago porque soy feliz.
ELLA— (Emocionada). ¿Sí?
ÉL— ¡Sí! Gracias a ti estoy construyendo un mundo nuevo.
ELLA— ¿Y te gusta?
ÉL— Me sigues gustando tú.
ELLA— (Ojea con miedo a su alrededor. Vuelve a hablar con el tono dulce de antes). Tú a mí más.
ÉL— (Se gira, dejando de escribir). Hablas muy poco. Mucho menos que yo.
ELLA— (Se le acerca mucho y se pone de cuclillas dándole las manos). Las palabras son importantes…
ÉL— … ¡Mucho!
ELLA— … muy importantes. Pero no son lo único. También son importantes… son ¡más! importantes las acciones y los hechos. El calor de tus manos… La fuerza de tus brazos… El color de tus labios…
(ÉL se levanta. Se abrazan. Tras muestras de cariño, ÉL va a besarla. ELLA se aparta dirigiendo su mirada al fondo. ÉL se sorprende y muestra su tristeza. ELLA gira su cabeza bruscamente y lo besa durante un largo rato. Cuando terminan, ELLA se da la vuelta y avanza hacia el lado contrario. ÉL se queda pasmado un momento. Se espabila y camina hacia ELLA. La agarra por la cintura, primero con las manos, suavemente; luego con los dos brazos, fuerte. Le besa el cuello. La suelta un poco para que ELLA se gire. ELLA le vuelve a unir sus labios a los de ÉL. Desde la izquierda, el JOVEN empieza a reandar el mismo espacio de antes. Los dos amantes se abrazan. La MUJER sale corriendo tras el JOVEN cuando casi ha llegado al final. Cuando está por la mitad del escenario mira varias veces al centro y se queda observando desde el fondo).
ÉL— Te amo.
(La MUJER sale por la derecha corriendo).
ELLA— Te amo. Quiero ser totalmente tuya.
ÉL— ¿Totalmente?
ELLA— Del todo.
ÉL— ¿Aunque pueda hacerte daño?
ELLA— Sí. Pero no lo harías.
ÉL— Eso es cierto. Quiero que seas feliz.
ELLA— Lo sé. Te quiero mucho.
ÉL— Te quiero. Y yo también quiero ser tuyo.
ELLA— Te amo.
ÉL— Te amo.
(Mientras ÉL lo dice, vuelven a salir los dos del fondo. Se quedan cerca de la derecha, espiando).
ELLA— Me encanta estar contigo. Me siento tan en paz…
ÉL— Quiero darte esa paz.
ELLA— Pero a la vez me siento tan poco en paz…
ÉL— ¿Por qué?
(ELLA le abraza. Su mano le baja por el trasero hasta el lateral del muslo).
ELLA— (Aún aferrada a ÉL). Porque me gustas tanto…
ÉL— Tú a mí más.
(La agarra y la sube a sí. Las piernas de ELLA rodean la cadera de ÉL. Avanza hasta la mesa y la sienta ahí. Se besan. ELLA le tira del cuello de la camisa con fuerza. ÉL enfoca su cariño hacia el cuello de ELLA).
ELLA— Te amo.
ÉL— Te amo.
ELLA— (Más intensa). Te amo…
ÉL— Te amo.
ELLA— (Con pausas, aumentando el tono y mostrando la excitación del momento). ¡Te amo, te amo, te amo!
(Cuando van a empezar a desnudarse, el JOVEN se aproxima, alarmado. La MUJER desaparece por donde llegó, por la derecha).
ELLA— (A ÉL). ¡Para! (Al JOVEN). ¿Qué haces tú aquí? (Se baja de la mesa y se acerca al JOVEN). Cariño… (El JOVEN la rechaza en primer término). Cariño… Te amo.
(Se abrazan. Se besan. ÉL se gira sin brusquedad, decepcionado. Mientras ÉL se sienta de nuevo en su escritorio con la cabeza entre las manos de cara a la mesa ELLA y el JOVEN se vuelven a abrazar).
ELLA— Te he echado mucho de menos. Me he sentido muy sola sin ti. Solo pensaba en abrazarte, cariño.
(La MUJER vuelve a aparecer y se introduce en el grupo. Agarra al JOVEN del hombro y parece susurrarle algo de un modo inaudible. Ambos salen del escenario por la derecha. ELLA se acerca a ÉL y le besa la cabeza. Juega con su pelo y mira lo que ha escrito).
ELLA— Has escrito “echado” con hache.
ÉL— ¿Qué?
ELLA— El verbo echar echa la hache. Tú escribes teatro, deberías saberlo.
ÉL— ¿Solo te importa la hache? La hache no suena. Es muda. No importa.
ELLA— Sí importa.
ÉL— (Gira la cabeza, rendido). Sí, tienes razón, así es. No suena. Pero se ve… Está ahí… Por favor, táchala.
(ELLA agarra el bolígrafo, pero en ese momento entran desde el fondo el JOVEN, la MUJER y un JUEZ con toga haciendo ruido con su movimiento. ELLA deja el boli donde lo encontró sin utilizarlo).
ELLA— ¿Mamá? ¿Qué pasa?
JUEZ— (Mientras se acercan). Están ustedes acusados.
(ÉL se levanta y se sitúa al lado de ELLA. La mira, pero ELLA no a ÉL. Los recién llegados se ponen justo frente a ellos dos).
ÉL— ¿Acusados?
JUEZ— Sí, ¿acaso no ha escuchado?
(El JOVEN y la MUJER mueven el escritorio de ÉL hacia el centro, aunque puesto de lado y no como estaba antes).
ÉL— Pero… ¿de qué?
JUEZ— (A la MUJER y al JOVEN). ¿Dónde está mi silla? (El JOVEN le trae la silla en la que se sentaba ÉL). ¿Pretende que me siente ahí? Deje eso para los acusados y tráigame una silla decente.
(El joven se marcha corriendo por la derecha; trae otro asiento visiblemente más ostentoso mientras el JUEZ se queja refunfuñando. La MUJER espera junto a la mesa y ÉL y ELLA se ven bastante nerviosos. Este objeto debe entrar rápido. El JOVEN sitúa esta tras el escritorio y se coloca junto a la MUJER, al tiempo que el JUEZ se sienta. Pasan unos segundos de silencio en los que el JUEZ mira los papeles que siguen donde ÉL los dejó).
ÉL— ¿De qué se nos acusa?
JUEZ— Eso a usted no le importa. ¡Y guarde silencio! Estoy revisando las pruebas.
(Otro breve silencio. El JUEZ destruye lo que estaba leyendo en muchos trozos pequeños y los tira en dirección a ÉL y ELLA).
JUEZ— (Dirigiéndose a ELLA). ¿Cómo se declara usted?
ELLA— Soy inocente. Pregúnteselo si quiere a mi novio.
JUEZ— (Se gira y se dirige al JOVEN). ¿Lo es? (El JOVEN la mira un poco y afirma vehementemente con la cabeza). Pues bien, queda usted libre de cargos. Puede irse con sus seres queridos. (A ÉL). ¡Usted siéntese!
ÉL— (La observa mientras ELLA avanza hacia la MUJER y el JOVEN). Te amo… (Se sienta).
JUEZ— ¡Orden en la sala! ¿Acaba usted de declarar su culpabilidad?
ÉL— Espere, ¿se me acusa de amarla?
JUEZ— No sea impertinente y responda a mi pregunta.
ÉL— Si se me acusa de amarla: sí, la amo. Pero ella también me ama a mí.
JUEZ— ¿Es eso verdad, señorita?
(ELLA está con la MUJER y el JOVEN. Tranquila, no se altera).
ELLA— Yo soy inocente. Amo a mi novio. ¿A quién más podría amar?
ÉL— Pero… tú dijiste que…
JUEZ— ¡Silencio! ¡No tiene usted la palabra! Veamos… con las pruebas que tenemos y los testimonios que nos han llegado, condenamos al acusado a la pena 49.
ÉL— ¡Permítame que me defienda! ¡Señor juez! Yo le con…
JUEZ— ¡Cállese en este momento!
(Agita una campanilla y salen dos HOMBRES que parecen iguales. Son grandes y visten de negro. Le agarran a ÉL por los hombros sin que tan solo le dé tiempo a levantarse. ÉL intenta zafarse, pero no puede. Al fin le alzan de la silla ante la señal del JUEZ).
ÉL— (A ELLA). ¿Por qué me haces esto?
(ELLA se aproxima lentamente, con una actitud de apatía).
ELLA—Dijiste que querías que lo hiciera, que jugase con tu corazón.
(Los HOMBRES lo ponen a ÉL de cara al público, en medio del escenario, con un espacio suficiente con el fin de las tablas. ELLA sigue cerca).
ÉL— Lo dije…
ELLA— ¿Cómo se llama a esto?
ÉL— ¿Qué importan los nombres? Aunque no puedas nombrarlo, sigue siendo lo mismo.
(El JUEZ se acerca después de haber estado escribiendo en el escritorio).
JUEZ— (Dirigiéndose a ELLA). Usted se encargará de llevar a cabo la condena.
ELLA— Lo sé.
(Le rompe la camisa a ÉL por la parte delantera, dejando su pecho al descubierto. El JUEZ saca una daga de su toga y se lo entrega a ELLA, que lo toma. Se pone frente a ÉL y parece estarle dando un beso en los labios).
ELLA— Te amo.
ÉL— Te amo…
(ELLA le apuñala a la altura del corazón. ÉL le mantiene la mirada unos segundos y muere).
ELLA— Te amo…
SE CIERRA EL TELÓN.
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