El tapacaminos

Escrito por: Karla Hernández Jiménez

Ilustración por: Alan Fernández Cervantes

Hace muchos años, antes de que existiera el ser humano, todos los animales convivían en armonía. Tanto así, que cada año se organizaba una gran fiesta para los animales de las regiones del planeta.

Todos estaban muy emocionados porque aquel año les tocaba a los animales de la selva ser los anfitriones del evento Sería un evento de etiqueta y alta costura y, como tal, los animales debían llevar sus mejores galas para exhibir. Llegó el día de la gran fiesta y todos tenían preparados sus atuendos; pieles lustrosas, ricos plumajes y pelajes sedosos se erigían como los protagonistas de una noche inolvidable para todos los asistentes.

Sin embargo, una de las aves más bellas que el mundo hubiera visto jamás se hallaba en cama aquella mañana, esperando a que se le quitara la fiebre. Tenía tanta temperatura que optó por quitarse su precioso plumaje, dejándolo a un lado de su nido mientras la enfermedad pasaba..

Antes  de que comenzara la fiesta, una avecilla fea y raquítica fue a visitar a aquella que se encontraba en cama. Su visita consistía en pedirle a la hermosa ave su precioso plumaje por un par de horas debido a que solo poseía un plumaje gris y sin gracia del cual no iba a destacar en la fiesta del año. La ave tan enferma accedió a prestarle a la avecilla sus plumas color turquesa,la única condición era que se las regresara en buen estado.

La avecilla aceptó y le dejó su propio plumaje en garantía de que volvería al amanecer.

Entonces, luciendo orgullosa, la avecilla apareció en la fiesta siendo por primera vez la envidia de varios animales que no podían hacer otra cosa más que admirar aquel rico plumaje.

Se  convirtió en el alma de la fiesta,  la pasó increíble, como nunca en su vida. Llegó el amanecer, e invariablemente tenía que regresar aquel plumaje que le había brindado tanta alegría aquella noche, pero…

Pasaron varias horas y la avecilla no se encontraba por ningún lado. Se comenzó a desesperar. . Cuando se recuperó de la fiebre, la hermosa ave no tuvo más remedio que ponerse el feo plumaje para salir a buscarla. Fue al lugar donde había sido la fiesta sin obtener muchas respuestas, les preguntó a todos los animales que hallaba a su paso, aunque tampoco supieron decirle.

Finalmente, otra ave le comentó que la avecilla decidió  huir hacia el sur para ser la envidia de todos, llevándose aquel precioso plumaje que no combinaba en absoluto con sus feas patas.

Entonces, se nombró a sí mismo pavo real.

En cuanto a la hermosa ave que había caído en desgracia, se sabe que hasta la fecha se la pasa buscando a la avecilla con el  espantoso plumaje gris que viste recorre  todos los caminos del sur de Veracruz. Los más viejos lo llegaron a conocer  como el Tapacaminos debido a lo mucho que estorba en las carreteras cuando busca con desesperación su hermoso plumaje.

 

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