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Texto escrito por: María Guadalupe Laguna Alejandro

Ilustrado por: Ericka Vazquez SayuriChan

Si estás leyendo esto, tal vez significa que fuiste la primera persona en encontrarme. Perdón si no escribí esto en “el idioma favorito de todos” pero estaba hasta la madre de hablar con números. Aunque mira ¡el título sí lo puse de esa forma! eso me hace más genial, ¿no? Todo lo escrito en ícrafo (el amado idioma de los androides) es mejor. Eso he visto desde pequeña, sobre todo porque fui de las “afortunadas” en tener familiares que han conseguido volverse androides.

Mi tatarabuelo fue uno de esos primeros humanos en llevar a cabo el plan de supervivencia para salvarnos del daño que habíamos generado por la sobreexplotación de recursos; él aceptó traspasar su mente al cuerpo de un androide que no necesitaría otra cosa más que energía solar. No me importa lo que mi familia diga, sé que en ese tiempo no lo vieron como un pionero que impulsaría a la humanidad, sino como un loco que acabaría siendo un conejillo de indias. Cosa que yo sigo pensando, porque fue de los primeros modelos. No se volvió inmortal como los más recientes. Apenas llegué a conocerlo.

Estoy aún más segura de que pensaron eso porque, si mi familia estaba tan convencida de que el plan sería un éxito ¿por qué no aceptaron ellos también cuando el proceso no te endeudaba por siglos? Siempre que se los preguntaba ponían miles de excusas. Recuerdo que, una vez, mi madre me gritó que sólo siguiese estudiando ícrafo y practicando todos los ejercicios que hacen más fácil la transición de un cuerpo a otro en vez de perder el tiempo, para así estar lista y tomar la primera oportunidad que tuviese, escapando de mi cuerpo a uno mejor. A uno que no daña el planeta, que tiene más oportunidades, que almacena miles de datos, que todos admiran, envidian y al que aspiran, haciéndose menos a sí mismos por no tener ese nivel de perfección.

Creía que aún me faltaban años para ser la siguiente en la lista de espera. Me da demasiado miedo hacerlo de forma ilegal debido a todas las historias en internet sobre gente que fue descubierta en el acto y obligada a volver a sus cuerpos  cuando la transición ya había comenzado, quedando con severos problemas de por vida. Sin embargo, mi mamá, que había tomado el camino de la espera, sigue sin ser atendida a sus casi cincuenta años, así que se aprovechó de la cláusula siete del plan de supervivencia y me consiguió un prometido androide, para ponerme en primera fila de la lista al casarme con él.

No quise. No es sólo que él no me atraiga, sino que no quiero pasar por el doloroso proceso de readaptación. Es una tontería. Soy buena en lo que hago, puedo arreglármelas con mi cuerpo inferior y no quiero ser parte de los aclamados salvadores del mundo que todo lo pueden. Pero mi mamá cree que no sé lo que es mejor para mí.

Estoy cansada, cansada de que mis esfuerzos no importen, cansada de saber más acerca de seres completamente diferentes a mí, que de mis semejantes. Cansada de escuchar que jamás llegaré a mi máximo potencial hasta que me convierta en algo que no quiero ser. Ya perdí la cuenta de cuántas veces me he descubierto a mí misma fantaseando con robar una máquina del tiempo y viajar al pasado para destruir el plan de supervivencia y su imperio cuando aún estaba en desarrollo. Tal vez lo haría si no fuese tan cobarde.

Si eres un androide, sé bueno una vez y no reportes mi cuerpo. Todo lo que ustedes dicen tiene mucho peso en todos los medios y preferiría que mi suicidio pasara desapercibido en la medida posible, así que quisiera que me encontrara un humano, de ser posible un familiar para que intente ocultarlo. Por eso lo hice en mi ducha, pero ustedes, los androides creen que son dueños del mundo.

No sé qué hay después de la muerte porque las investigaciones sobre ello no continuaron; los androides no mueren y sólo ellos importan. Tal vez haya un paraíso en donde sólo estemos quienes no jugamos a ser inmortales. Tal vez, seré castigada, como mi madre seguro querrá por lo que he hecho. Si vuelvo a nacer, ojalá sea otra humana cualquiera, pero con la fuerza que se necesita para vivir en este mundo. O ser una de esas niñas ricas cuyos padres pagan millones por adelantado para volverse androides desde pequeñas. Tal vez ni siquiera hay nada y acabo de desperdiciar mi única oportunidad de ser yo. La única ventaja es que ya no podré volver atrás.

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