Abettor

Autor: Valerié Sofía Ferrusca Rodríguez

Ilustrador: Mariel Veronica Urquidi Campuzano

Empiezo el día con la voz de Paul McCartney cantando Michelle. Espero el comando «apagar alarma», pero no lo da.

—I need to, I need to, I need to, I need to make you see… —Mi micrófono detecta la voz cantando. No desafina.

Base de datos actualizada.

Mientras la canción continúa, mi cámara la observa tomar una liga y amarrarse el cabello. Se captan todos los detalles. Tiende la cama y comienza la rutina.

Al repetirse Michelle, da el primer comando del día.

—Abettor, llama a Carla.

—Llamando a Carla —sale de mis bocinas. En un milisegundo se rastrean todos los contactos en el directorio de Michelle. Se va de la A hasta la C y al coincidir orden y datos, ejecuto lo pedido.

—¿Bueno? —Reconocimiento de voz. Proceso fotos, videos, llamadas y mensajes. Base de datos actualizada.

—Hola, Carlita. ¿Ya desayunaste?

Carla tartamudea. Escucho la respiración al otro lado de la llamada.

—Perdón si parece que te abandoné. No es eso, sólo que pensé que… Pues pensé que estabas mal. Con todo lo de tu hermana… —Excusas, mentiras. Su voz la delata.

—Déjalo, Carla. —Está sentada en la cama. Brazos cruzados, labios apretados, cejas encontradas. Lenguaje corporal. Base de datos actualizada—. Lo entiendo. Ya ni te preocupes por eso. Voy a solucionarlo.

—¿Cómo? ¿Por fin aceptaste la ayuda de Omar?

—No. Ya casi tengo todo el dinero. —Michelle se pone de pie. Me toma entre sus manos frías y camina hasta la cocina. Me coloca en la encimera. Fotos y reconocimiento. Información de sus marcas favoritas y su vida alimenticia. Base de datos actualizada.

—Wey, no, no te creo. ¿Cómo conseguiste tanto? Es un chingo, no te creo.

—Pues no me creas, pero ya lo tengo todo resuelto. —Refrigerador marca Morozilka, cereal Sweet Festin, dos naranjas y un plátano. Ella abre el refrigerador: dos huevos, uno en cada mano. La estufa se enciende, detecto 90ºC. Base de datos actualizada. —Ya no tienes que desaparecerte y tratarme como doña pendeja sólo por lo que hizo mi hermana.

—Mich, entiéndeme. Después del estudio que sacó esa compañía… ¿PlusLife? Sí. Después de ese estudio, toda mi familia está preocupada.

—¿PlusLife? ¿Neta? Son unos pinches asesinos, discriminadores que sólo buscan excusas para sus homicidios, dizque por un bien social, pero ni madres. —PlusLife añadido a la base de datos. Las redes sociales de Michelle son notificadas y se llenan de anuncios y grupos sobre el tema. Base de datos actualizada.

Equis, ya… Espero que todo salga bien con…

—Sí, sí, sí. Gracias por preocuparte. Bueno, te hablo luego, que estoy muy ocupada. Abettor, termina la llamada. —Ella termina la conversación. Yo obedezco—. Es que no sé para qué la busco si esa wey piensa que soy una pinche loca por culpa de la pinche gente con teorías estúpidas de genética.

Mi micrófono escucha cada palabra que Michelle refunfuña mientras cocina el vigésimo huevo revuelto del mes.

—Abettor, ejecuta Música.

Obedezco. Veintitrés veces me ordena «siguiente»Base de datos actualizada.

Termina de cocinar.

—Abettor, ejecuta Noticias.

Obedezco.

Michelle, las noticias que te pueden interesar son las siguientes: cinco nuevos bares de oxígeno abiertos en tu zona; la dictadura de David González Díaz se expande de Argentina a Chile y Bolivia; #JamesCharlesMesias es tendencia en Twitter por tercer día consecutivo; la actualizada declaración de los derechos androides complace al activista Markus Williams; experimento de Johann Müller provoca muerte de la mitad de la población del continente africano. ¿Quieres que continúe?

—No, gracias, Abettor, así está bien. —Capto su suspiro—. Ay, este mundo jodido… Los egoístas sólo lastiman a otros para lograr sus objetivos. —Mi cámara ve su plato vacío. Ella regresa a la cocina. Del Morozilka saca una caja de tacos congelados marca Tasty. Pone cinco tacos en un plato de plástico y lo mete al microondas marca Fast Ward por cincuenta y cinco segundos. Cuando suena el pitido, el piso retumba con sus pasos. Base de datos actualizada.

Mi micrófono capta la apertura de una puerta.

Mi cámara alcanza a ver una figura humana. Se activan mis sensores de calor. Escaneo toda mi base de datos: contactos, números, fotos… Sin datos.

—Buenos días. —Me cuesta reconocer su voz. Parece que su habla es lenta, contrario a como acostumbra—. Aquí está tu desayuno. —El cuerpo se mueve—. Ah… Tienes que estar bien. Me vas a ayudar a recuperar a mi hermana. Todo lo que necesito es el dinero de tus padres.

Mi cámara lo detecta todo. Las grabaciones ya están en la nube. Base de datos actualizada.

Silencio.

—Mierda. Olvidé apagarlo.

Michelle me toma en las manos heladas y me apaga.

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