Escrito por: Carole de la Rosa
Ilustración por: Miraxs
persona (Almadía, 2019) es una compilación de citas que adquieren significado al estar reunidas en este todo que se nos presenta como poemario. Los versos son premisas no resueltas que nos plantean cuestionamientos en torno a lo que somos ¿Somos lenguaje? ¿Son los robots personas? ¿Son las orangutanas personas?
El texto se asemeja a búsquedas en internet y también a veces intenta parecerse a un código. El poemario comienza y termina con comandos comunes en el lenguaje de código Go y Exit; “ir a buscar a la persona dentro de la persona”[1] y “salir a buscar a la persona fuera de la persona”[2]. Parece ser una máquina que piensa sobre qué es ser persona porque alguien le indicó que pensara acerca de ese tema. Además, utiliza recursos como el signo de play “►”[3] como si se estuvieran dando enter en el buscador para que se respondan nuestras preguntas como en una bola mágica que puede contestar más caracteres de los que tiene las palabras “sí”, “no” o “puede ser”.
En el inicio también nos encontramos con una paradoja, un epígrafe con una cita que no nos explica algo, sino que continúa con los versos posteriores del epígrafe. Segura, en este poemario, nos da otra propuesta de lectura válida, al menos para este libro, pues esta misma estrategia la repite un par de veces más.
En cuanto a lo formal, en este poemario se tiene consciencia del espacio de la hoja, como en el poema “¿es una persona esto que se deshoja?”[4] que, en el libro físico, está en la página derecha que se deshoja al cambiarla para seguir leyendo. Estos elementos sutiles se repiten y crean una imagen casi palpable en el libro físico como en el poema que comienza “a fuerza de ser repetida una/ mentira puede convertirse en/ verdad2”[5], y vemos después en este poema cómo se remarca la palabra “persona”, el concepto “persona” pasa de su desvanecimiento a su permanencia en la hoja.
Hay varios elementos visuales dentro del poemario: esquemas, fotocopias y un poema que se introduce como noticia, aunque mi juego favorito de esta índole es “señores es/ necesario encerrar a la persona […]”, en este poema los versos se comprimen y asfixian a la persona.
Como mencioné al inicio, persona tiene referencias diversas, podemos observar citas de Nona Fernández, un guiño a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick y menciones a Deleuze, Foucault y Judith Butler.
¿Es este texto para personas? ¿Ser “persona” es ser “persona robot académica que cita mucho”? El yo poético también se burla un poco de esto y de la ficción que plantea, cita una cita, pero nos informa que no recuerda de dónde era. Esta acción nos recuerda que el yo poético simula ser un robot, pero no puede perder su imperfección humana.
A partir de las mentes ilustres que mencioné anteriormente, el poemario cuestiona el concepto o la palabra persona desde planteamientos filosóficos, desde la Lingüística, desde lo social: “no es la persona social sino /sus rasgos biológicos:”[6]. Desde la democracia: “es destino y facultad de las personas/ ser representadas por otras personas”[7]. Desde lo digital: “el principio de confianza/ se rompió con la fotografía”[8] o “¿una persona es una / interfaz /que piensa?”[9]
Esta diversidad de temas no pierde el ritmo ni el sentido, gracias a que hace un recorrido histórico y también se asemeja a la búsqueda y apertura de hipervínculos, como pop ups que saltan, pero no revelan información si no que cuestionan. Hay una de estas búsquedas que posee un sentido metapoético:
“►buscar pruebas de persona en la novela
está un libro que se encarga de conectar adentro/afuera”[10]
El texto no es una novela, sin embargo no es casualidad que utilice las palabras del inicio y el final: “ir a buscar a la persona dentro de la persona”[11] y “salir a buscar a la persona fuera de la persona”[12].
El poemario nos permite preguntarnos qué nos diferencia y por qué nos diferenciamos. Como cuando habla de Sandra, una orangutana a la que se le otorgó el título (casi nobilario) de ser persona no humana. El yo poético nos pregunta “¿por cuántas sandras puede conmoverse una persona?”[13] Lo que da a entender que nuestra compasión es finita, se restringe a un número y a una especie.
Tal como la autora nos plantea en el prólogo, este poemario no proporciona respuestas, pero sí nos deja una espinita que será difícil de sacar. Al final los múltiples huecos y espacios del poemario son también persona, son preguntas que nos toca formular o no, porque “suena lo que no somos y/ todo eso al final/ también es persona”[14]
Referencia
[1] Segura, Yolanda, persona, p. 11.
[2] Ibid, p. 86.
[3] Ibid, p. 44.
[4] Ibid, p. 19.
[5] Ibid, p. 37.
[6] Ibid, p. 25.
[7] Ibid, p. 15.
[8] Ibid, p. 23.
[9] Ibid, p. 32.
[10] Ibid, p. 16.
[11] Ibid, p. 11.
[12] Ibid, p. 86.
[13] Ibid, p. 49.
[14] Ibid, p. 21.
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