Bernardo Esquinca (Guadalajara, 4 de enero de 1972) Narrador y periodista mexicano. Su obra se inscribe en la llamada “ficción de lo extraño”, mezclando a su vez los géneros policiacos, fantástico y de terror. Es autor de las novelas Belleza roja (nombrada por el diario Reforma como la mejor primera novela de 2005), Los escritores invisibles, La octava plaga y Toda la sangre, así como de la trilogía de terror integrada por los volúmenes de cuentos Los niños de paja, Demonia y Mar Negro. Junto a Vicente Quirarte compiló los dos volúmenes de la antología Ciudad fantasma (relatos fantásticos de la ciudad de México, siglos XIX-XXI). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fonca.
La entrevista al escritor Bernardo Esquinca se llevó a cabo gracias a la colaboración con Editorial Almadía. La conversación estuvo a cargo del doctor Fernando Montoya, director del Colegio de Filosofía y Letras y director de la Revista, así como de las estudiantes de la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura, Sara Aquino y Valeria Lailson.
Leemos que tu cuento “Los niños de paja” nace de un cliché norteamericano mezclado con la cita de Jean Baudrillard: Halloween no tiene nada de divertido. ¿Cuál fue tu experiencia de partir desde el cliché y escribir algo tan fresco
Bernardo Esquinca: Estoy convencido que todo narrador de terror debe enfrentarse en diversos momentos al reto de darle la vuelta a los clichés del género. Partir de eso para convertirlo en algo propio. En el caso de Los niños de paja, subrayé la cita de Baudrillard y luego la olvidé durante años, como pasa con la mayoría de los subrayados. Pero tiempo después me reencontré con esa línea, y despertó en mi la necesidad de contar una historia sobre Halloween y el desquite de los niños respecto al mundo adulto. Me divertí mucho escribiendo esa novela corta porque además representó un homenaje al cine slasher de los años 80, con el que crecí y que fue parte importante de mi educación sentimental.
¿Cómo han influenciado las leyendas de México y las narrativas indígenas en tu escritura?
BE: Han sido muy importantes. Las abordo bajo el mismo principio de los clichés: hay que convertir todo eso en algo propio. No necesitamos escuchar una vez más la leyenda de la Llorona tal cual es o los mitos de los dioses antiguos como los conocemos, sino transformarlos en algo distinto sin que pierdan su esencia.
Tu narrativa equilibra el terror con lo policiaco. ¿Qué te atrajo, en lo personal y en lo creativo, construir historias a partir de este género?
BE: Como lector disfruto mucho la mezcla de géneros. Y, por lo tanto, busco hacer lo mismo como escritor. Mezclar géneros me permite una perspectiva más amplia de las historias que busco contar; me proporciona más recursos y herramientas para narrar. No me interesa la realidad como tal. Y, como me gusta abordar misterios, la clave para mí es hacerlo desde la mirada sobrenatural.
¿Qué te inspiró para crear al reportero Casasola?
BE: Yo fui periodista. Conozco las vicisitudes de las redacciones de los periódicos. En cambio, desconozco todo sobre los detectives o los judiciales, que son los que suelen protagonizar las novelas policías en la literatura mexicana. A mí me interesa hablar de lo que conozco, así que cuando decidí escribir una saga policiaca, la elección natural fue la de un periodista como protagonista. Y de nota roja, porque eso le permite estar en contacto con la violencia, que es uno de los temas que explora la saga.
En “Inframundo” leemos una historia que se narra entre la Nueva España y la actualidad; así como la obsesión por la posesión de un libro mágico. ¿Qué tan real y ficticia es la historia?
BE: Es una mezcla de ambas cosas. El libro de Blas Botello, el astrólogo de Cortés, existió en la realidad y se perdió en la Noche Triste. Igual la historia de la esquina maldita de las calles de Guatemala y Argentina. Pero no bastaba con eso, y había que imaginar muchas cosas también. Para mí las novelas históricas son un pretexto para echar a andar la imaginación.
¿Qué narrativas crees que se están construyendo a partir de este confinamiento?
BE: Creo que nos llevará mucho tiempo procesar todo lo que está pasando con la Pandemia, y llevarlo de manera importante al terreno de la literatura. Aunque nunca faltan los oportunistas, y de seguro ya hay varias novelas próximas a publicarse con ese tema para aprovechar la coyuntura. Pero serán solo eso: un producto del momento.
¿Cómo ha sido tu trayectoria en la difusión de los relatos fantásticos y de terror en México?
BE: Realicé la antología Ciudad fantasma. Relato fantástico de la Ciudad de México XIX-XXI junto a Vicente Quirarte, en la que nos dimos a la tarea de trazar el árbol genealógico de la literatura fantástica mexicana. Es un libro que ha corrido con muy buena fortuna y se ha reeditado varias veces, lo que comprueba que los lectores buscan relatos sobrenaturales con los que se puedan identificar. Un fenómeno interesante pues por lo general el lector mexicano de literatura fantástica debe conformarse con lo que llega del mundo anglosajón. Pero cuando se topan con algo cercano les llama igualmente o más la atención.
¿Qué estás leyendo ahora? ¿Qué proyectos literarios están en puerta?
BE: Terminé de leer Canadá de Richard Ford, que no tiene nada que ver con mis temas. Me forzó a hacer eso: no creo que me haga bien como narrador estar sólo leyendo cosas de terror y policiacas. Respecto a los proyectos literarios, está por salir de imprenta El libro de los dioses, un nuevo volumen de cuentos fantásticos que edita Almadía.
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