En el marco de la Cátedra Elsa Cross de la Universidad del Claustro de Sor Juana,

la revista Celdas Literias del Colegio de Filosofía y Letras realizó, el día 24 de junio de 2020, una entrevista a la laureada poeta, ensayista y traductora. Esta entrevista estuvo a cargo del Dr. Fernando Montoya, director del Colegio de Filosofía y Letras y director de la Revista, así como de las estudiantes de la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura, Sara Aquino y Valeria Lailson.

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Elsa Cross

¿Cómo su experiencia en la India le ha ayudado a ver la sociedad mexicana

Elsa Cross: Mis experiencias más importantes en la India implicaron mucha interiorización, y no fueron precisamente algo que me ayudara a ver de una determinada manera una sociedad u otra. Era una perspectiva enfocada en otras cosas. Por otro lado, me doy cuenta de que para mí la palabra “sociedad” es una abstracción. Puedo ver personas; no sociedades. Y lo que mis estadías en un áshram de la India me enseñaron, en todo caso, fue a ver una persona de cualquier condición, género o de la nacionalidad que sea, no sólo mexicana, con total respecto y un sentido de igualdad.

¿Cree que existe una relación entre el insomnio y lo místico?

EC: Lo místico se puede relacionar con cualquier cosa, y el insomnio también. Lo que no siento es que haya una conexión necesaria entre las dos cosas. Si lo preguntas por mi libro Insomnio, de hecho surgió después de que llevaba dos o tres noches sin dormir, cuando acababa de llegar a la India, pues con Calcuta había una diferencia de doce horas, y lo que pasaba es que casi me dormía cuando tenía que dar una conferencia o ir a cualquier lado, y me pasaba las noches en vela.

¿Cuál es la relación de su poesía, respecto al poeta y al poema, con las religiones que ha estudiado? ¿con cuál se siente más identificada?

EC: En mi caso, siento que me cuesta trabajo separar a la poesía, del poeta y del poema. Lo que he dejado traslucir en algunos poemas ha podido revestirse de simbologías específicas que pudieran asociarse con uno u otro cuerpo de creencias, tanto de la India como de México; pero es como la materia prima del poema, aunque responda a la búsqueda de una realidad más interna y universal.

He estudiado algunas religiones y la experiencia que realmente vale la pena —al menos para mí— está más allá de todas. Todas las religiones pueden ser válidas, según el efecto positivo que tengan en quienes las practican, y si se las toma como un vehículo, no como un fin en sí mismas, porque eso es lo que son: vehículos, medios para acceder a una experiencia que las trasciende: la experiencia de la divinidad o la totalidad o la conciencia suprema, o Dios, o el vacío, o lo que se quiera. Ahí donde las teologías y las creencias de las diversas religiones pueden caer en todo tipo de dualismos y diferir incluso muy radicalmente entre sí, uno encuentra que la experiencia de los místicos que provienen de esas mismas tradiciones tiene mucho en común; a partir de versos de algún poeta místico cuyo nombre no se dijera, sería muy difícil decir si es católico, hinduista o sufí.

¿Cómo considera usted que cambia la perspectiva de la mitología griega entre una persona que solo la ha leído, a comparación de aquella que ha visitado los puntos importantes de estos relatos?

EC: La geografía de los relatos es apasionante. Recuerdo que siempre había creído que el río Aquerón o Aqueronte, que es el que cruzan los muertos hacia el Hades en la barca de Carón (o Caronte), era un río mítico. Después supe que existe y que se encuentra en el Epiro, una región del noroeste griego. Traté de ir el año pasado que estuve en Grecia, pero el acceso era muy complicado. Lo he visto sólo en fotografías y es espectacular, muy bello y luminoso. Nada que haga recordar los cuadros de los pintores románticos, que lo representaron como un sitio tenebrosísimo. Y hay muchos lugares así. Tengo un amigo español que vive en Atenas, Pedro Olalla, un helenista consumado, quien hizo una serie televisiva, que ojalá comprara alguno de nuestros canales culturales. Trata justamente de eso: de mostrar los lugares geográficos descritos en los mitos. Lo increíble, por ejemplo, fue que en Nemea, de donde sale de una cueva el león contra el cual lucha Hércules, Pedro encontró efectivamente esa cueva que no se había descubierto antes.

Sin embargo, me pregunto si tan interesante como los lugares mismos de los mitos, o más incluso, no serían las profundidades psíquicas de donde esos mitos han brotado. Ese es, para mí, el verdadero lugar de los mitos, donde reside el núcleo de lo que tratan de comunicar y donde uno puede experimentar su trasfondo.

¿Cuáles son sus maestros que le han acompañado durante su vida como escritora?

EC: En estos momentos siento que aunque me han acompañado muchos poetas de los que he aprendido mucho y cuya lectura es siempre un deleite, la verdadera presencia en mi vida y en mi escritura ha sido la de mis maestros espirituales.

¿Qué implica ser poeta en México?

EC: No tengo idea, y no creo que implique una cosa muy distinta de ser poeta en cualquier parte del mundo.

La pandemia nos ha mostrado una cara que desconocemos de la sociedad. En un momento donde todo parece congelado ¿cómo entraría la poesía de la contemplación como el haiku en estos tiempos?

EC: Creo que yo vivo prácticamente en confinamiento desde hace muchos años, y lo que me ha representado la pandemia es más bien la pena por el sufrimiento de tantas personas que han tenido pérdidas. En lo personal, esto no ha modificado mayormente mis hábitos de trabajo. Y por otra parte, no siento que nada haya estado congelado; por el contrario, son tiempos de un gran dinamismo interior, en los que pueden gestarse muchas cosas, positivas o no. Lo importante de una situación así es que nos lleva a enfrentarnos con nosotros mismos, a confrontarnos, a veces, y a hacer una reflexión profunda. La cuestión es qué tan a fondo quiere llegar cada uno con lo que descubre, y de lo que tal vez no tenía idea; qué es lo que hemos aprendido de todo esto y qué posibilidad de transformación nos ofrece.

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