Escrito por: Alejandro Adame
Ilustración por: Cassandra Catalina
I.
Brota:
cae lo nacido al mundo.
Vértigo putrefacto el devenir de lo nacido
de los creadores de la inocencia encarnada.
Así para siempre,
nadie,
no se salva nadie.
No son suficientes los refugios de las grietas.
Escucha tu respiración
está alimentando la trágica cadena de existencia.
Vivir es un contrato
del contacto con asfalto de la tierra
salvaguarda del tiempo.
No te quedes dormido
en la pesadumbre
en la esquina que cruje por el dolor del olvido.
Recuerda el hastío.
No creas en la costumbre de la monotonía
que van creciendo espinas
en ese horizonte de sol apagado.
Nadie,
no se salva nadie.
No se soporta,
brota:
cae lo nacido al mundo.
II.
Bajo el grito fracasado del silencio
que vomita recuerdos de palabras
y se estancan en un charco de tinta,
en una sustancia de forma inerte…
Bajo la última luz de neón
que parpadea debajo de escombros
pero ya no queda nadie para verla…
Bajo el ciego soliloquio
que no ve la urgencia de unos labios,
posibilidad perdida de canto enmudecida…
Bajo las letras que cayeron como frutos
del árbol del último libro
hechas polvo junto al polvo de la tierra
y a lo lejos sin palabras
se anunció en un grito la muerte del lenguaje…
Bajo la inocencia del pájaro
que vio morir el eco de su voz
chocando con un tronco de mudez
y huyó sin saber
que era el último canto del mundo…
Bajo todo ese cúmulo de esperanzas perdidas
voy cayendo a la nada, al abismo
al destino donde ya no hay nada qué buscar.
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